16 de noviembre de 2024
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Test House. Lo que jamás deben ser los jefes

Test House. Lo que jamás deben ser los jefes
Contemplarse en el espejo de sus errores. Ese es el objetivo que persiguen los entrenadores personales para el desarrollo del talento o «coach» que han encontrado en el incorregible Gregory House una mina. Si Alejandro Magno con ayuda de su «coach» Aristóteles —el primer preparador de la historia de un «gran ejecutivo»— fue capaz de dominar el 90 por ciento del mundo conocido, reconocer por el nombre a 10.000 de sus soldados y ser «acero flexible en una edad de hierro», tal vez no habría sucumbido a la vanidad que provocó las sombras en la cima de su gloria si hubiera tenido el cristal ideado por Eurotalent para corregir sus veleidades. Juan Carlos Cubeiro, director de esta empresa que lidera en España el «coaching» individual y de equipo, explica que «con esta herramienta, el ser humano, a cualquier edad, puede cambiar y mejorar en lo que se proponga… si quiere. La última técnica que utilizamos para detectar qué comportamientos debe cambiar el jefe voluntariamente es un cuestionario de 21 preguntas que hemos llamado “Cuestionario House”, ya que el popular doctor de la tele posee todos y cada uno de esos hábitos autodestructivos: Es el paradigma de un hombre muy inteligente (resuelve lo que se propone), pero con una casi absoluta falta de inteligencia emocional. Y es que la mayor parte de los directivos ascienden por su preparación técnica, por su inteligencia lógica, en la que destaca House, y suelen fracasar por incapacidad para trabajar en equipo y falta de sensibilidad por los demás, precisamente de lo que House adolece».
Lo que consigue la herramienta ideada por Eurotalent —que cuenta entre sus clientes a ejecutivos de multinacionales como Telefónica, entidades financieras como BBVA o Caja España, empresas del calibre de Grupo Leche Pascual, Nestlé o Bimbo, Iberdrola, Gas Natural, Unión Fenosa, ACS o Globomedia, farmacéuticas como Pfizer o Merck, además de sindicatos, ayuntamientos, escuelas de negocios, universidades, colegios profesionales y administración del Estado—, es que el directivo encuentre entre siete bloques de tres preguntas cada uno de los comportamientos prioritarios que debe cambiar si no quiere sucumbir.
IRA
Los tres primeros casos que se plantean son: 1. «Pierdo el control en las situaciones que me sacan de quicio». 2. «Utilizo la visceralidad como forma habitual de dirigir». 3. «Mato al mensajero de manera frecuente».
Son conductas ligadas a la ira, «a una excitación excesiva ante la adversidad. Es muy importante —apostilla Cubeiro— que el jefe posea gran energía, pero no tanto que la canalice, cuando las cosas no salen como el quiere, hacia el enfado descontrolado. Confucio enseñaba a sus discípulos que “quien domina su ira, domina a su peor enemigo”. Ese humor de perros es muy propio de House. Es un auténtico borde que trata a todos con un cabreo continuo. Por ejemplo, cuando una vez el doctor Foreman le pregunta por qué le pincha de esa manera y le añade que cada semana va empeorando, House responde: “¿De veras? Eso descarta el racismo. Eras igual de negro la semana pasada”».
SOBERBIA
Las tres situaciones siguientes a desechar según esta técnica son: 4. «Añado un comentario personal en cualquier discusión o aportación de otro». 5. «Le digo constantemente al mundo lo listo que soy». 6. «Jamás practico el reconocimiento a los colegas y colaboradores».
Según el test House, «son ejemplos de soberbia, una estima sobrepasada que busca la atención constante». Por eso dice Cubeiro que «conviene recordar al directivo, por mucho éxito que tenga, que es mortal; que sea humilde y humano. Sin embargo, es frecuente esa necesidad en el ejecutivo de poner siempre la guinda, de quedar por encima, de brillar constantemente, de demostrar que es el jefe. Como House. En una ocasión el famoso doctor le dice a su colaborador: «Resulta que tus opiniones no dan resultados. Te aconsejo que uses las mías».
ENVIDIA
El tercer bloque está formado por: 7. «Evalúo constantemente a los demás». 8. «Le explico a los demás por qué no funcionan sus sugerencias» (negatividad). 9 «No expreso gratitud en ningún momento».
Son variantes de una sutil envidia, el rencor o tristeza por las cualidades del otro, como certifica el cuestionario. «En un equipo de alto rendimiento —explica el director de Eurotalent (www.eurotalent.es)— los logros son de todos, pero desgraciadamente eso no es tan común. Napoleón decía que “la envidia es una declaración de inferioridad”. House es el rey de los prejuicios (racista, misógino y clasista) y utiliza las reuniones con su equipo para mostrar que él es el más brillante. Por eso cuando uno de ellos alaba a un colega que lucha contra la tuberculosis en el continente africano, House le responde: “Ni siquiera es un médico de verdad; es un telemaratón con patas».
LUJURIA
El cuarto bloque corresponde a: 10. «Quiero ganar a toda costa, aun machacando al otro». 11. «Hago comentarios despectivos, abusando del sarcasmo». 12. «No escucho apenas a los demás».
Son tentaciones de lujuria entendida como falta de respeto. «House abusa del sarcasmo, lo que encontramos divertido en la serie, pero sería hiriente en la realidad. Por ejemplo —recuerda Cubeiro— cuando le dice a una paciente que está embarazada y ella responde que hace años que no se acuesta con nadie él le espeta “pues monte una religión”. House se ha puesto una coraza emocional y jamás escucha con atención (además, ¿para qué escuchar si él piensa que todo el mundo miente)».
AVARICIA
El quinto bloque incluye hábitos cómo: 13. «Oculto información para parecer más importante». 14. «Empiezo cada comentario con un no o un pero (porque yo soy el que tiene siempre la razón)». 15. «Me apunto siempre los tantos de los demás (el robamedallas)».
Sin duda, son sutiles variantes de la avaricia, «un deseo desordenado de posesiones (no sólo dinero, sino información, logros, resultados). Gandhi —advierte el “coach”— dijo que “en la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la codicia de algunos”. House es avaricioso en acapararlo todo, especialmente el ingenio. Por ejemplo, una estudiante le dice: “¡Está leyendo un cómic!”, y House le responde: “Y tú, enseñando las tetas con ese top tan ajustado. Oh, lo siento —añade—. Creí que era un concurso de obviedades. Soy muy competitivo».
GULA
El sexto bloque del test responde a hábitos perniciosos como: 16. «Me obsesiono con alcanzar los objetivos constantemente». 17. «Abuso de filias y fobias» (estás conmigo o contra mí). 18. «No asumo jamás la culpa de mis errores».
Para Eurotalent, son nuevas formas de gula, «deseo desordenado de comer no sólo ligado al alimento o bebida, sino a los objetivos, las relaciones o los fallos. Fernando Savater ha escrito que “la gula se convierte en pecado cuando ofende al derecho o las expectativas del otro al comer lo de los demás, acaparar y dejarlo con poco o nada”. Y House es un obseso del triunfo, hasta el punto de que su amigo el oncólogo doctor Wilson considera que mientras “la mayoría de los médicos tienen el complejo del Mesías porque creen que están destinados a salvar el mundo, tú tienes complejo de Rubik, o sea, que crees que estás destinado a resolver cualquier rompecabezas».
PEREZA
Finalmente, hábitos como: 19. «Pienso que soy como soy y ya no puedo cambiar». 20. «Me excuso o justifico constantemente». 21. «Añoro el pasado, esperando que vuelva» son tentaciones de la pereza. Porque, «para qué mejorar si uno es como es, piensan los directivos perezosos al cambio —explica el entrenador—. House es un maestro en creer que el tiempo no cura nada, y cualquier tiempo pasado fue mejor. Su jefa le reprocha: “Lo que ocurrió en tu última relación no es razón para que te alejes de los demás para siempre. Cinco años de autocompasión son suficientes”. Y cuando House le dice a su colaboradora la doctora Cameron, “vives con la ilusión de arreglar cuanto no es perfecto”, ella le responde “y tú vives con la ilusión de que nunca podrás arreglarlo”».
En definitiva, como apostilla este «coach» acostumbrado a hacer de «Pepito Grillo» con los principales espadas de las empresas españolas, «la inteligencia social (relativa a las interrelaciones con los demás) puede desarrollarse a través del “coaching” —cuya rentabilidad es del 600% del tiempo y honorarios invertidos, según la consultora Manchester INC.—, consiguiendo que los directivos sean más valientes, optimistas, autocontrolados, entiendan mejor a los otros y comuniquen con mayor efectividad. House, el nuevo Sherlock Holmes, es admirado por su inteligencia y capacidad de resolver problemas complejos; pero, como jefe, es un ser lamentable que tiene mucho que mejorar».
Virginia Ródenas

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