Azia Kim, una joven estadounidense de 18 años, estuvo durante ocho meses estudiando, durmiendo en la residencia estudiantil y comiendo en el comedor de la prestigiosa Universidad de Stanford (California, oeste) hasta que esta semana la administración constató que nunca se matriculó.
"Abusó de la confianza que le depositó la gente", indicó al diario San Jose Merucy News, Greg Boardman, el vicerector de Stanford, al precisar que la situación de esta joven fue descubierta el lunes en esta universidad al sur de San Francisco.
Al no estar inscrita, Azia no tenía llaves ni carné de estudiante, pero logró convencer a sus compañeros de que la albergaran en una habitación donde debía estar otro estudiante que había partido al extranjero.
Muchas noches, Azia no tuvo más opción que usar una ventana para ingresar a su habitación en las inmediaciones del campus de esta Universidad de élite ubicada en Palo Alto, donde un año de clases cuesta un precio promedio de 43.000 dólares (32.000 euros).
Azia fue descrita por sus amigos como una dulce niña de gafa, que al principio les confesó que necesitaba cambiarse de habitación porque no le habían caído bien sus compañeros de cuarto.
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