El 90,9 por ciento de los centros educativos, el 76,5 por ciento de los sanitarios y el 64,3 por ciento de las fábricas de elementos metálicos utilizan productos que contienen agentes cancerígenos, según un estudio elaborado por CCOO que pone de manifiesto que el 43,4 por ciento de las empresas tienen agentes mutágenos.
El informe, basado en los análisis realizados en 222 empresas, demuestra que en el 65,7 por ciento de las compañías, los trabajadores no han recibido información suficiente sobre los daños para la salud que pueden tener los productos que utilizan y destaca que el 41 por ciento de los empleados madrileños están expuestos a estas sustancias.
Además, en el 81,1 por ciento de las empresas visitadas la medida de prevención adoptada es la utilización de algún tipo de equipo de protección individual, en el 67,3 por ciento se han aplicado sistemas de protección colectiva en el origen del riesgo, y en el 20 por ciento de los casos se propone la eliminación del riesgo en su origen.
El secretario general de CCOO Madrid, Javier López, explicó durante la presentación del informe que las mediciones de estos agentes en las empresas no se realizan de forma periódica y no se identifican a los trabajadores expuestos ni a las mujeres embarazadas.
"La vigilancia específica de los trabajadores expuestos a agentes químicos sólo se plantea en el 32,5 por ciento de las empresas visitadas y en el 70,3 por ciento de los casos la empresa no ha tomado ninguna medida para afrontar las deficiencias observadas en la exposición al riesgos químico", subrayó López.
RIESGO INVISIBLE DE DAÑOS IRREVERSIBLES
El estudio también destaca que la gestión del riesgo químico es peor en las empresas pequeñas siendo las empresas medianas las que presentan unas condiciones más favorables en este sentido.
En este sentido, el secretario de Salud Laboral de CCOO, Carmelo Plaza, señaló que el trabajo con productos químicos "es un riesgo que se manifiesta como invisible y que provoca unos daños irreversibles en las que las consecuencias para la empresa suelen ser mínimas", al tiempo que subrayó que el número de trabajadores muertos por cáncer es "mucho mayor" que el de fallecidos en accidentes laborales.
FORMACIÓN Y VIGILANCIA
Tras exponer las conclusiones del informe, los responsables sindicales abogaron por la formación específica en esta materia; por el cumplimiento de la legislación, especialmente en la sustitución de los agentes peligrosos; por el control del etiquetado de los productos y por la creación de la figura del delegado territorial de Salud Laboral.
Asimismo, apostaron por el desarrollo de programas de vigilancia de la salud postocupacionales que garanticen el seguimiento del estafo de salud de los trabajadores expuestos a riesgos y por el impulso de medidas especiales de protección y compensación para los empleados que hayan estado sometidos a sustancias cancerígenas, como el amianto.
Por último, consideraron urgente actuar en el ámbito de la enseñanza donde, según dijeron, "se debe regular y controlar el contenido de las prácticas docentes, debiendo establecerse una prohibición de la utilización en los centros educativos de agentes químicos y cancerígenos.
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