La oficina gestora del ITER en Barcelona, el proyecto internacional que estudia la viabilidad científica y técnica de la fusión como fuente de energía alternativa a los combustibles fósiles, dará empleo a unas 300 personas y gestionará más de 2.000 millones en diez años.
La ministra de Educación y Ciencia, Mercedes Cabrera, y el comisario europeo de Investigación y Ciencia, Janez Potocnik, asistieron ayer en la capital catalana a la firma del acuerdo por el cual España se compromete a aportar 20 millones de euros para la sede de Fusion for Energy, cuya construcción en el distrito del 22@ de Barcelona comenzará en 2008, y que se espera que esté operativa para 2010.
La energía de fusión pretende reproducir la reacción física que se da en el sol y las estrellas, para lograr una energía limpia que no produzca emisiones de efecto invernadero.
Mercedes Cabrera ha recordado que desde el año 2005 ya funciona en esta ciudad una oficina provisional en la que trabajan comisarios de la Unión Europea y del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), y que España ya tuvo un papel activo al optar por albergar el ITER.
En esta sede, que será más que una entidad administrativa según la ministra, se coordinarán los trabajos de este proyecto, en el que participan la Unión Europea, China, Japón, Corea del Sur, Rusia, India y EEUU, y se movilizarán los recursos humanos necesarios.
El comisario europeo de Ciencia e Investigación ha declarado que se espera que en diez años estén preparados todos los equipos para iniciar el desarrollo de esta nueva fuente de energía, y que en 20 años se pueda empezar a presentar el primer prototipo de esta nueva fuente energética.
Janez Potocnik ha asegurado que, unidos en el conocimiento y en la experiencia necesaria para la construcción de una central eléctrica de fusión de demostración, Fusion For Energy se ha convertido en un centro de excelencia que permitirá que Europa y sus socios se beneficien plenamente de la energía de fusión del futuro.
El ITER se construirá en Europa, cerca de Cadarache, en el sur de Francia, y cada uno de los siete socios trabajará junto a su propia industria y centros de trabajo, en el desarrollo y fabricación de los diversos componentes que necesita el reactor. La función de la oficina de Barcelona de Fusion for Energy es coordinar estas contribuciones.
Se estima que harán falta más de 5.000 millones de euros en diez años para construir el ITER, que será el primer experimento de fusión que producirá energía limpia, y otros 5.000 millones más en los siguientes 20 años.
Tanto el comisario Potocnik como la ministra Cabrera destacaron que el mundo tiene una urgencia real de esta energía limpia y que garantice un suministro suficiente para las necesidades de la población, ya que la combustión de la energía fósil es la causa principal del cambio climático.
Según algunas previsiones, si no se cambian las fuentes de energía, en 200 años se habrán consumido la mayor parte de los recursos fósiles formados a lo largo de millones de años, además, los expertos en medio ambiente señalan que la dependencia de estas fuentes es una amenaza real para el calentamiento global.
Los países que participan en este gran proyecto del ITER representan al 50% de la población mundial, y tras la firma de este acuerdo se ha celebrado la primera reunión oficial, a la que han asistido 60 miembros de varios países.
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