Los médicos han decidido decir basta al "alarmante clima de violencia civil" que se vive en las consultas y pasillos de los hospitales a cargo de pacientes o familiares supuestamente insatisfechos con la labor de los profesionales. Según cálculos estimativos, entre un 4% y un 12% de los facultativos españoles (8.000 como poco) habrían sido objeto de agresiones explícitas por parte de pacientes, mientras que más el 60% habrían sido insultados, vejados o amenazados verbalmente.
Son datos todos ellos preocupantes, más aún si se tiene en cuenta que la Administración no parece reparar en la necesidad de poner en práctica medidas de seguridad, hoy inexistentes, y de que el fenómeno, lejos de remitir o mitigarse, está en constante aumento.
Según las conclusiones de la I Jornada sobre Salud Laboral organizada hace unos días por la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM), y avaladas por el Comité Ejecutivo del sindicato, figura la determinación de crear un “Observatorio sobre violencia a los facultativos” que tenga, como primer objetivo, el registro y seguimiento del mayor número posible de casos, de modo que se arroje luz sobre la exacta magnitud del problema. Esta es la meta inmediata, para que la iniciativa se vea incorporada en un plan más general que persigue fines como conseguir la calificación de "atentado contra funcionario", de modo que las agresiones tengan la consideración de delito y sean perseguibles de oficio.
Este plan también pretende que se pongan en práctica medidas como la de comprometer a la Administración a asegurar un entorno laboral seguro para los facultativos, lo que requiere transmitir a los ciudadanos el mensaje claro de que no se permitirán actos de violencia, intimidación o daño a los trabajadores, y de que habrá una persecución enérgica cuando éstos se produzcan
Adecuar las plantillas y recursos a las necesidades reales de la población, dado que uno de los factores de riesgo de las agresiones es la masificación de las consulta y las esperas prolongadas, relacionadas a su vez directamente con la escasez de personal.
Conseguir la calificación de atentado para que estos delitos sean perseguidos de oficio, además de considerarlos accidente laboral al efecto de obtener los derechos que contempla actual normativa sobre el particular. En este sentido, se pretende, por ejemplo, el desarrollo de específicas que permitan la movilidad voluntaria de los facultativos agredidos mediante la adscripción temporal a otro centro de trabajo.
Pedir la contratación de un seguro que cubra los daños que puedan sufrir los facultativos por agresiones derivadas del desempeño de sus funciones.
AGOTAMIENTO EMOCIONAL Y ACOSO
Junto a las agresiones, en la jornada de CESM se abordaron también otros dos factores de riesgo psicosocial que pueden deteriorar gravemente la salud de los facultativos y repercutir en la calidad de la asistencia prestada. Son el ‘burn-out’ o agotamiento emocional y el acoso moral o ‘mobbing’.
Sobre el primero de ellos hubo coincidencia en que el médico se encuentra a menudo ante un escenario laboral de estrés, sobrecarga de trabajo con altas demandas emocionales, precariedad laboral, escasez de profesionales, masificación de los servicios, y aumento de expectativas de los pacientes que no siempre el sistema sanitario satisface. El resultado es la aparición de síntomas de agotamiento emocional, despersonalización y baja realización personal, determinantes del síndrome.
Para afrontarlo, CESM comenzará por hacer un estudio a nivel nacional que permita poner de relieve la “carga mental” que soportan los facultativos y su posible relación con variables variables sociodemográficas, como edad, sexo, estado civil, situación laboral, etc. Tras el análisis de los datos obtenidos, se propondrán las medidas necesarias tanto de carácter preventivo como de eliminación o reducción de aquellos factores de riesgo detectados. Además, se reclamará la consideración de enfermedad profesional para este síndrome.
En cuanto a la ponencia sobre acoso institucional o ‘mobbing’, se recordó que la Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el Trabajo considera a los médicos como un colectivo de alto riesgo. Los agentes del acoso suelen ser los jefes (46%) y los propios compañeros (44%). Las víctimas son mayoritariamente mujeres, los médicos menores de 30 años (médicos internos residentes) y los mayores de 55.
La conclusión en este punto fue que “es necesaria una política sindical clara, coordinada y estructurada de apoyo y acción sindical para denunciar y actuar” contra estos hechos.
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