La inundación de e-mails que sufrimos en el trabajo tiene sus consecuencias. El 34% de los trabajadores se siente estresado por esta situación y otro 28% lo vive como una fuente de presión extra. A esa conclusión llega un estudio de la universidad de Glasgow. Según sus autores, interrumpimos nuestro trabajo unas cuarenta veces durante nuestra jornada laboral para chequear el correo electrónico. Esta actividad desenfrenada trae consigo un mayor agotamiento y una reducción de la productividad. La finalidad de este trabajo de investigación es crear un software para gestionar el correo electrónico que reduzca el estrés en el trabajo.
La catarata de correos electrónicos que nos llegan cada día interrumpen constantemente el ritmo de trabajo y crean estrés a los trabajadores del siglo XXI, según un reciente estudio del departamento de Ciencia Computacional de la universidad de Glasgow.
El trabajador tiende a sentirse cansado, frustrado y poco productivo mientras atiende el correo electrónico. Los responsables de este estudio recomiendan a los trabajadores leer el e-mail unas cuantas veces al día para reducir los niveles de estrés con el que viven la constante llegada de correo a su bandeja de entrada. De esta manera, protegerían su salud y la sensación de intrusismo con el viven esta situación.
En concreto, el informe dice que “muchos individuos parece que se sienten presionados por el e-mail e interpretan esa presión como estrés.”
Ansiedad de saber
“El correo electrónico es el factor que más problemas nos ocasiona en nuestra vida laboral hoy por hoy”, asegura Karen Renaud, responsable del estudio, en un comunicado de la Universidad de Glasgow. “Es una herramienta maravillosa, pero se nos ha escapado de las manos. El e-mail nos mente prisa. Queremos saber constantemente qué nos ha llegado, especialmente si es de nuestra familia, amigos o de nuestro jefe. De esta manera, interrumpimos el ritmo de trabajo con regularidad”, puntualiza.
Junto a la psicóloga Judith Ramsay, de la universidad de Paisley y su colega Mario Hair, Renaud encuestó a 177 personas, la mayoría de ellas vinculadas a trabajos creativos para comprobar de qué manera se comportaban cuando recibían un correo electrónico en el trabajo.
La investigación puso de manifiesto que el 34% de los encuestados se sentía estresado por el aplastante número de correos electrónicos y por la obligación de responder a los mensajes rápidamente. Un 28% por ciento más sentían que este hecho cotidiano era para ellos una fuente de presión.
Los relajados
Por el contrario, para un 38% de los que contestaron los e-mails no eran ninguna fuente de agobio, ya que reconocieron que no contestaban los mensajes hasta pasados entre un día y una semana.
El estudio también ha descubierto que los empleados que se ven obligados ha trabajar “pegados” a un ordenador cambian la aplicación que están utilizando para ver el correo electrónico entre 30 y 40 veces por hora, variando la regularidad entre unos pocos segundos y un minuto.
La mitad de los encuestados reconocieron que chequeaban su correo electrónico más de una vez cada hora. El 35% aseguraron que lo hacían sólo cada cuarto de hora.
En un estudio paraleo, se instaló un software en los equipos informáticos de los encuestados. Este software medía el tiempo transcurrido entre chequeo y chequeo, determinando que, en la mayoría de los casos, la frecuencia era mucho menor que esos quince minutos, en concreto sólo cada cinco minutos.
“Uno de los descubrimientos más destacados del estudio es que los trabajadores miran su correo con más frecuencia de la que dicen, pero probablemente no se den cuenta, al igual que no perciben la distracción que ello supone”, comenta Judith Ramsay en un comunicado de la Universidad de Paisley.
Responder a las expectativas
Según los psicólogos que han formado parte del equipo, esa sensación de presión responde generalmente al sentimiento que tiene el trabajador de que tiene que contestar rápidamente al mensaje para responder a las expectativas que se ha creado la persona que les ha mandado el correo.
El estudio también ha analizado la distinta manera que tienen los hombres y las mujeres de encarar esta situación. Así, las mujeres tienden a sentirse más presionadas a contestar que los hombres.
El informe concluye diciendo que, quienes escriben correos en el trabajo nunca deberían presionar a sus compañeros. Quienes los reciben, por su parte, no deberían chequear constantemente su correo “ya que afecta negativamente a otras iniciativas del trabajo".
“El problema es que, cuando intentas volver a los estabas haciendo, has perdido la cadena de pensamiento y, por supuesto, eres menos productivo”, comenta Renaud. “Nuestro cerebro se cansa cuando se rompe su ritmo cada pocos minutos para chequear el correo. Cuantas más cosas nos distraen, incluido el e-mail, más cansados nos sentiremos y más improductivos seremos”.
Los investigadores ahora centran sus esfuerzos en comprobar cuáles son las repercusiones de este uso masivo de correo en las grandes empresas. Un segunda etapa de esta investigación sería crear un software de gestión de e-mails que tuviera las funcionalidades necesarias para reducir el estrés del trabajador y facilitara la gestión de correo.
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