580 víctimas mortales registradas en medio millón de accidentes ha situado a la cabeza de la UE en crecimiento económico y creación de empleo no haya logrado acompañar ese desarrollo de una prevención efectiva de la siniestralidad.
Un déficit que lo emparenta con estados como Chipre, Eslovenia, Estonia y Rumanía. Esta sangría urge al Gobierno central y al conjunto de las administraciones a afrontar diligentemente la aplicación del centenar de medidas previstas en la Estrategia de Seguridad y Salud en el Trabajo que se aprobó en junio.
Las cifras evidencian que el legislador no ha alcanzado el objetivo de fomentar una eficaz 'cultura preventiva' que, además de la imprescindible seguridad, incluye la concienciación sobre la importancia de las condiciones sanitarias y de higiene en el ámbito laboral; y que implica el respeto a las previsiones legales, el compromiso firme de los poderes públicos pero también de los empresarios, y el celo de los propios empleados.
Las carencias en esa sensibilización colectiva explican el decepcionante balance de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales de 1995, que permitió la homologación normativa con la UE pero sin haber redundado en resultados comparables.
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