Unas 320.000 personas de todo el mundo mueren cada año a causa de enfermedades infecciosas (casi 5.000 de ellas viven en la Unión Europea (UE)). La tragedia sería mucho mayor si no existieran equipos de personas que, en contacto con los focos contaminantes, trabajan para proteger al resto de la población e impulsar la investigación y el desarrollo de soluciones. Los colectivos laborales de mayor riesgo biológico son pues aquellos expuestos a personas y animales infectados, aerosoles, polvo y superficies contaminadas. Por ello, los profesionales sanitarios, comerciantes internacionales y tripulaciones de aviones constituyen grupos en constante peligro.
La mayor sensibilización de la sociedad en general y de los gobiernos en particular ante los riesgos biológicos –como los generados por el caso del ántrax relacionado con actividades bioterroristas, el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS) o la amenaza de la gripe aviar– han llevado a la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (ubicada en Bilbao) ha elaborar un informe. El estudio apunta que estos riesgos deben abordarse a escala mundial, en un amplio abanico de cooperación.
La Agencia creó hace unos años el Observatorio de Riesgos Laborales, dirigido por el español, Eusebio Rial (Vigo 1966). Su misión es solucionar los problemas en base a diagnóstico precoces para recortar el tiempo entre la identificación del peligro y la materialización del problema.
Residuos y oficinas
En relación con el informe sobre los peligros laborales biológicos, el Observatorio apuesta en primer lugar por detectar los riesgos emergentes, es decir, aquellos que no existían o que bien eran un factor conocido sobre el que han surgidos nuevos descubrimientos científicos o percepciones sociales. Durante tiempo, los agentes antimicrobianos han reducido la amenaza de las enfermedades infecciosas, pero aparecen y se propagan nuevos microorganismos más resistentes.
Junto con las epidemias mundiales, los agentes biológicos están presentes en todas partes y en muchos entornos laborales. Por ejemplo, los autores del informe resaltan que es preciso abordar el tratamiento adecuado de residuos. Los principales problemas de salud, observados en los trabajadores de esta área, están causados por bioaerosoles que contienen diversos microorganismos transmitidos por vía respiratoria, como mohos, endotoxinas o compuestos orgánicos volátiles.
En centros tradicionales de empleo, como las oficinas, también se registran exposiciones similares. Existen mohos suspendidos en el aire, que pueden producir asma, dolor de cabeza, irritaciones de nariz y de ojos que contribuyen al síndrome del edificio enfermo. Otro foco peligroso son los sistemas de acondicionamiento del aire y abastecimiento de agua que aumentan el riesgo de contraer la enfermedad del legionario.
Evaluación de síntomas
Un segundo problema identificado en el estudio es la inadecuada evaluación de los síntomas. El conocimiento y la información de los peligros biológicos están infradesarrollados. Urge mejor formación en seguridad y salud laboral para los trabajadores y métodos más avanzados para medir la exposición a los agentes biológicos y establecer relaciones entre dosis y efecto.
Y, si la simple evaluación es difícil, las dificultades se multiplican cuando existen riesgos asociados a los agentes biológicos. Los derivados de la exposición combinada a esos agentes y a productos químicos plantean todavía más problemas. Así, “aunque sus posibles efectos sobre la salud son numerosos, cuesta mucho trabajo saber qué componentes producen qué efectos concretos”, concluyen los expertos.
Elisa García
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