Llegaron cómodamente en avión y no tuvieron que arriesgar la vida para entrar en el país, pero para muchos inmigrantes del sector tecnológico en EEUU, algunas leyes son casi tan duras como el desierto de Arizona.
Cientos de trabajadores extranjeros cualificados y de empresarios del sector tecnológico están alzando sus voces contra las actuales leyes de inmigración de EEUU, la escasez de visados y las dificultades para acceder a permisos de trabajo permanentes.
Los empresarios se quejan de que el número de visados es insuficiente para cubrir las necesidades del sector y recuerdan que EEUU no puede ocupar todos esos empleos con trabajadores nacionales.
Cada año, EEUU concede 65.000 visados H-1B para trabajadores altamente cualificados, pero el pasado ejercicio las solicitudes de los empresarios doblaron esta cifra en el primer día del plazo.
John Chambres, presidente del gigante tecnológico Cisco Systems, dijo en una conferencia esta semana que las universidades estadounidenses 'no producen suficientes ingenieros'.
'Todo aquel con un diploma universitario que apruebe un examen de seguridad y quiera trabajar en EEUU debería poder venir aquí', afirmó.
Por su parte, cientos de trabajadores de Silicon Valley -en su mayoría de India y China- salieron hace unos meses a la calle para protestar por la falta de reforma de las políticas de inmigración.
Muchos reconocían estar llevando una pancarta por primera vez en su vida y afirmaban que normalmente tienen cosas mejores que hacer 'como inventar el próximo iPod'.
La situación podría empeorar si el Congreso estadounidense aprueba finalmente una ley para incrementar las tasas que las empresas de EEUU tienen que pagar por los visados de sus trabajadores cualificados, desde los 1.500 dólares actuales (1.034 euros) a 5.000 dólares (3.448 euros).
La medida, que ya ha sido aprobada en el Senado pero no en la Cámara de Representantes, propone invertir los ingresos en becas para estudios de Matemáticas, Ciencias e Ingeniería en las universidades estadounidenses.
Tras conocerse la noticia, el presidente de la Asociación de la Industria de Software e Información, Ken Wasch, recordó que muchos de los trabajadores extranjeros que aspiran a un empleo 'se han formado en universidades estadounidenses'.
'Esta tasa adicional es otra señal que muestra que nuestra nación no se toma en serio el convertirse en un líder mundial en tecnología e innovación', añadió.
Jennifer Verdery, directora de políticas de empleo para el fabricante de chips Intel, opina que la tasa 'no tiene ningún sentido' y que, de aprobarse, 'el Estado nos estaría gravando sin ofrecer nada a cambio'.
Verdery dijo a EFE que el actual sistema para la concesión de visados 'sencillamente no funciona', porque su número es 'muy limitado', y a ello se unen otros problemas como la lentitud de los procesos de tramitación.
Ello está lastrando la competitividad de la economía estadounidense, opina, y perjudicando a compañías como Intel, donde alrededor de un 5 por ciento de la plantilla en EEUU es extranjera.
'Somos una empresa global y la movilidad de nuestros empleados es importante para seguir siendo competitivos', señaló.
Las mismas dificultades se encuentran a la hora de solicitar permisos de trabajo permanentes, conocidos en EEUU como 'green cards' ('tarjetas verdes').
'Muchas veces queremos contratar de manera definitiva a un trabajador extranjero e incorporarlo a la familia Intel, pero el número de 'green cards' es extremadamente bajo y el sistema es lento y caro', dijo Verdery.
EEUU concede cada año 140.000 'green cards', pero los solicitantes suelen tardar años en obtenerlos y durante ese tiempo no pueden cambiar de trabajo ni abandonar el país.
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