El coaching no puede olvidarse de unas invitadas muy especiales que se encuentran a la sombra de todo proceso: las emociones, que subyacen o surgen en cada cliente con diferentes manifestaciones (tristeza por los cambios, miedo a posibles fracasos, etc). Los sentimientos y las emociones son inherentes a las personas y no deberían pasarse por alto, porque a veces son el verdadero motivo que posterga una acción o por el que se resiste a los cambios, por eso es necesario que se aprendan a trabajar durante todo el proceso, para obtener resultados más efectivos. Gracias a este motivo, muchas empresas han detectado la carencia en este tipo de formación emocional y ha empezado a cobrar vital importancia.
Muchas veces volvemos al trabajo comprobando que hay nuevos proyectos por conseguir, mejorar y también, que podemos sentirnos con o sin energías para llevarlos a cabo, de manera que a priori este estado será el que potencie o disminuya la consecución de logros.
No sólo el directivo sino también sus colaboradores pueden sentirse inmersos en una nebulosa de apatía, y sin suficiente energía para emprender nuevos retos. ¿Qué podemos hacer para que las emociones sean motor impulsor en este proceso que se repite todos los años?
Pues bien, pueden aplicarse algunas herramientas para marcarse objetivos graduales como el coaching, que según Jim Selman, “se basa en la capacidad de asistir a la persona o a los equipos para que logren sus compromisos, y lo hagan mucho más allá de lo que parecía previamente posible”.
Esta herramienta de entrenamiento en metas personales, puede desarrollarse para ayudar a potenciar la satisfacción de los empleados, ya que hoy en día, el mejor aliciente para conservar las plantillas de trabajadores es mantenerlos satisfechos en su puesto de trabajo.
El coaching no puede olvidarse de unas invitadas muy especiales que se encuentran a la sombra de todo proceso: las emociones, que subyacen o surgen en cada cliente con diferentes manifestaciones (tristeza por los cambios, miedo a posibles fracasos, etc).
Inherentes a las personas
Los sentimientos y las emociones son inherentes a las personas y no deberían pasarse por alto, porque a veces son el verdadero motivo que posterga una acción o se resiste a los cambios, por eso es necesario que se aprendan a trabajar durante todo el proceso, para obtener resultados más efectivos.
Gracias a este motivo, muchas empresas han detectado la carencia en este tipo de formación emocional y ha empezado a cobrar vital importancia, hasta el punto de detectar necesidades reales que existen en cada empresa y crear una “formación a medida” más acorde con los problemas que quieran resolverse en cada caso, como si se tratara de un traje a medida, un “prêt- a – porter” con el propósito de aumentar ventajas para todos.
En las empresas de hoy en día, podemos diferenciar cuatro argumentos fundamentales para trabajar en aspectos relacionados con inteligencia emocional y cuyos beneficios para la compañía y trabajadores son de por si gratificantes:
1) En toda empresa hay una parte de formación técnica muy necesaria, aunque no debe olvidarse la formación emocional y humana, porque está compuesta por humanos, y si algo tienen en común es la cantidad de emociones, sentimientos y reacciones que surgen e influyen a diario en su interior y en su relación con clientes, compañeros y jefes.
2) La educación emocional ha sido nula en la mayor parte de profesiones académicas, de manera que el analfabetismo emocional está extendido en la mayor parte de empresas y de manera diferente según el género.
Las mujeres suelen tener gran necesidad de comunicar sus emociones, sentimientos y proyectos, mientras que los hombres reciben muchas críticas por parte de ellas al no hacerlo de manera tan habitual. Buena parte de los malentendidos entre hombres y mujeres se debe a que ambos confieren significados distintos a expresiones aparentemente iguales.
En las áreas que controlan las emociones, la zona asociada a las respuestas de acción, incluida la agresión, es más activa en hombres mientras que las mujeres muestran mayor actividad en la región asociada a los procesos de comunicación simbólica como la expresión verbal o facial, es decir, el hombre tiende más al puñetazo y la mujer al insulto.
Los hombres son más violentos que las mujeres, sin embargo, cuando esta agresividad se relaciona con la competitividad profesional se observa que las mujeres con puestos de alta dirección, se comportan igual que los hombres.
3) El rendimiento en el trabajo puede relacionarse también con el grado de satisfacción que tengamos, de manera que aprender a manejar nuestras emociones en grupo, ayudará a mejorar los climas laborales y por ende, la vida de los equipos.
4) Las empresas que conceden importancia a esta educación emocional, aportan una clara diferencia de servicio en el mercado, al mejorar la calidad de su atención a clientes y aumentar el bienestar entre trabajadores, hechos que actúan a favor de la propia compañía.
Información privilegiada
Teniendo en cuenta estos factores, el líder podrá dirigir con una información privilegiada, que es conocimiento de los factores emocionales y motivacionales, que integrados en la consecución realista de metas (a corto, medio y largo plazo) generará una mayor satisfacción en sus colaboradores.
Para finalizar este paseo por el Coaching y las emociones, no podíamos olvidarnos de las tecnologías, ya que su uso impera en la sociedad del siglo XXI.
De esta forma se puede hacer posible una supervisión puntual y utilizar este recurso para sentir un apoyo real y el respaldo en muchos momentos por parte de personas que se encuentren lejos de nosotros. Avances para que nos desarrollemos, sin olvidar que detrás de cada medio, se encuentra una persona que nos proporciona apoyos para proseguir y conseguir las metas prefijadas.
Elena Fernández
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