El hueco de aquella escalera en el edificio en construcción de Marbella en el que trabajaba se convirtió en un punto de inflexión en su vida. El caso ha conmocionado a Francisco díaz, responsable de salud laboral en la construcción en CC.OO. «Es un chico muy joven, un peón. Se cayó desde la segunda planta, se dio un golpe muy fuerte en la cabeza y no se va a quedar bien». La historia tiene varias claves más: un matrimonio con una hija de cinco años, y una pensión que supone el 75% de la base de cotización, que en el caso de un peón no llega a los 900 euros.
Similar a éste es el drama al que cada año se enfrenta medio millar de familias en Málaga, el mismo que el número de accidentes graves y muy graves que ocurren. No obstante, la cifra de siniestros es muy superior. Hasta 30.700 ocurren cada año, un centenar al mes, aunque en su mayoría leves, según los datos ofrecidos por UGT.
Por sectores, al contrario de lo que pudiera parecer, los servicios son el que más percances registra. El entorno más candente es la cocina de bares y restaurantes, con riesgos tales como las caídas en suelos deslizantes y las quemaduras. Pero también labores como la limpieza y los trabajos en altura.
Sin embargo, destaca, por la gravedad de las heridas, los ocurridos en la construcción. Alfonso Galisteo, responsable de Salud Laboral de CC.OO., recuerda que muchos de estos sucesos derivan en la invalidez de la víctima. Y, en consecuencia, en dificultades económicas para la familia. Galisteo trae a colación el caso reciente de un ferrallista de 28 años, que cayó sobre una gavilla (los hierros de los pilares de hormigón), que le atravesó la axila. «Para evitarlo hay que poner lo que llamamos una seta, una especie de tapones rojos que evita los daños». En aquel tajo no estaban. «Ahora tiene problemas para que le reconozcan la pensión que le permita seguir viviendo».
Esta es precisamente una de las tipologías de accidentes más comunes, los cortes, junto a las quemaduras y las caídas de altura, «las peores por gravedad y consecuencias». Galisteo tiene claro por qué se producen estos casos: «Llevamos doce años de la Ley de Prevención y los riesgos en las obras siguen ahí. No se ponen las medidas preventivas y es responsabilidad de los empresarios».
Galisteo menciona otro sector con una alta incidencia, como es el transporte. «Se está camuflando como accidente de tráfico lo que realmente es un siniestro laboral».
Subcontratas
Manuel Morales, secretario de Salud Laboral de UGT, apunta directamente a la proliferación de empresas subcontratistas como una clave que ayuda a comprender el por qué de esta escalada de sucesos. «La mayoría de los accidentes se producen en la subcontratación, sobre todo en la construcción. Ley debe ser más dura, las empresas matrices tienen que controlar la seguridad en las subcontratas», afirma.
«Los trabajadores cuentan que protestan por no tener medidas de seguridad y les cortan los contratos de trabajo», afirma Morales. «Ya llevamos 14 muertos, pero las cifras de graves y muy graves están en el precipicio. Ir al trabajo no puede ser ir a la muerte».
Diferente perspectiva ofrece la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM). Ramón Martínez Murciano, responsable de la unidad de prevención de riesgos laborales, comenta: «Hasta ahora hemos tenido suerte. La incidencia de la siniestralidad no es tan elevada porque los accidentes de trabajo no han tenido resultado de muerte».
A su juicio, es una cuestión de conciencia y de formación básica. «Debemos conocer los riesgos, plantearlos a nivel educativo. No está enraizada la conciencia del riesgo en la actividad laboral. Tenemos que concienciarnos más de la necesidad de trabajar seguros y cumplir las normas». Pero considera que es una responsabilidad compartida. «El empresario está obligado a poner las medidas de prevención, que en algunas situaciones no se dan, pero tampoco los trabajadores tienen conciencia del riesgo y se relajan». En este sentido, Martínez apunta que un cúmulo de circunstancias pueden provocar el accidente, «como estar desconcentrados o hacer la labor de forma incorrecta».
Todavía hay un elemento más que hay que tener en cuenta: el aumento de los accidentes in itinere (en los trayectos hacia o de vuelta al trabajo), muchas veces procedentes de otras provincias y con largas distancias.
Las empresas de prevención tienen mucho que decir en este sentido. Alberto Cuadrado, coordinador técnico de la agencia Preventiam, asegura que la mayoría de los percances en la construcción se producen por la falta de uso por parte de los obreros del material de protección personal: «No se ponen el casco. Tienen el material pero no lo utilizan, es la tónica general», afirma.
El experto considera que la mayoría de las veces el accidente es culpa del profesional. «Trabaja a destajo, o por metros construidos. Muchas veces pertenece a la subcontrata de la subcontrata, y no utiliza el material de seguridad porque es incómodo. El trabajo se hace cada vez más rápido y eso también influye».
No obstante, indica que muchos empresarios no entienden que la protección es una responsabilidad suya. «Siempre se culpa al empresario, aunque se demuestre que se ha entregado el material». Y recuerda que en los trabajos en altura tienen prioridad las protecciones colectivas. Por lo que la falta de barandillas y de redes de seguridad se convierten en medidas inexcusables.
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