La ingesta abusiva de bebidas alcohólicas entre la población madrileña trabajadora descendió casi siete puntos porcentuales entre 1996 y 2006, y el consumo diario de tabaco bajó 2,4 puntos, mientras que la toma habitual de sustancias ilegales como el cannabis y la cocaína se incrementó notablemente. La prevalencia de la primera de estas drogas se disparó en el mismo periodo, al subir 19,3 puntos (del 7,8 por ciento al 27,1 por ciento), y en el segundo caso el aumento fue de 3,7 puntos (del 3,8 por ciento al 7,5 por ciento), situación atribuible a la "baja" percepción del riesgo se tiene de ellas.
Así lo revela un estudio de la Agencia Antidroga de la Comunidad de Madrid que analiza la 'Incidencia de las drogas en el ámbito laboral' a través de las encuestas domiciliarias y anónimas realizadas a 1.000 asalariados ocupados de la región de entre 16 y 65 años de edad, muestra representativa de 2,4 millones de empleados.
La heroína "desaparece" en términos estadísticos (baja del 0,7 por ciento a no registrase ningún dato en esos diez años) y también se reduce la prevalencia de inhalantes (de 0,2 por ciento al 0,1 por ciento), alucinógenos (de 1,5 por ciento al 1 por ciento), anfetaminas (de 1,9 por ciento a 1 por ciento) y drogas de síntesis (de 3 por ciento a 2,7 por ciento). El trabajo no es un ámbito principal para el inicio del consumo de drogas, ya que sólo el 3,5 por ciento de los encuestados manifiesta haber recibido drogas de compañeros de trabajo, frente al 67,9 por ciento que las ha obtenido u obtiene a través de amigos.
El objetivo de este sondeo no es conocer el consumo de drogas en el lugar de trabajo, sino la conducta general en este ámbito de los ciudadanos encuestados, tanto fuera como dentro de la oficina, y la evolución de la prevalencia de las distintas sustancias con respecto a anteriores ediciones del informe, desde 2006, cuando se elaboró el primero. Tampoco permite evaluar la incidencia por sectores laborales ni la influencia de las drogas en el rendimiento o en accidentes laborales.
El gerente de la Agencia Antidroga, Manuel Molina, que presentó ayer las conclusiones de este nuevo estudio, anunció la puesta en marcha a partir de marzo del 'Servicio de información y orientación en prevención de consumo de drogas en el ámbito laboral', una nueva iniciativa de su departamento que hasta diciembre funcionará en plan piloto con sólo dos profesionales y que se extenderá a toda la región en función de la demanda que tenga. Este dispositivo, "pionero en España", destacó Molina, tendrá carácter itinerante y trabajará en colaboración con organizaciones empresariales y sindicales. Su presupuesto inicial asciende a 92.000 euros.
Las mujeres consumen menos, excepto tabaco
Molina apuntó que, por género, los hombres presentan prevalencias y niveles de consumo de drogas más altos que los de sus compañeras excepto en el tabaco.
El 42 por ciento de las trabajadoras fuma a diario, frente a un 38,9 por ciento de los trabajadores. Además, se estima que el grupo que más fuma es el de mujeres porque lo hace un 50,5 por ciento de mujeres de entre 16 y 24 años. El informe de 2006 revela que el 40,2 por ciento de los trabajadores de la Comunidad de Madrid fuma diariamente, mientras que en 1996 eran el 47 por ciento. En cuanto al alcohol, se apunta que en el primer año de análisis el 12,4 por ciento de los trabajadores era bebedor abusivo, grupo que diez años después sólo representa el 10 por ciento.
La encuesta también recoge otras variables, como las motivaciones para el consumo de drogas, la percepción que los trabajadores tienen sobre este problema y las actuaciones que consideran necesarias para atajarlo. El 83,2 por ciento de los encuestados consumidores manifiesta hacerlo para experimentar y disfrutar, aunque en trabajadores muy jóvenes (la franja de entre 16 y 25 años es la que mayor acumulación de consumos presenta) el afán de adaptarse al grupo y la sensación de libertad, de trasgresión de las normas, también pesa.
En relación con las dos únicas sustancias cuyo consume sube en los diez años de estudio, cánnabis y cocaína, el gerente de la Agencia Antidroga subrayó cómo el cambio en el perfil del drogadicto, que ha pasado del heroinómano, muy excluido social y laboralmente y de apariencia física muy deteriorada, al patrón actual, que por lo general no levanta sospechas. De todos modos, el 56 por ciento de los encuestados consideraron necesaria dar información y formación a los trabajadores frente a las drogas, y el 29,8% se mostraron partidarios de que los trabajadores con problemas sean orientados hacia centros especializados.
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