El burn-out o quemamiento, es un síndrome de agotamiento emocional, de despersonalización y de reducción de la capacidad personal, que la mayoría de las veces puede presentarse en sujetos que, por su profesión, se “ocupan de la gente” (según Christene Maslach).
Cómo conservar el equilibrio en tiempos de estrés
Nuestra sociedad se acelera cada vez más debido al uso masivo de la tecnología y el exceso de información, sobre todo en el trabajo. Los ordenadores son cada vez más rápidos y más eficaces, lo que se traduce en mayores exigencias para los trabajadores. Nos imaginábamos que con la llegada de las Nuevas Tecnologías nuestro trabajo disminuiría e incluso nos sustituiría. Sin embargo, la realidad es otra bien distinta: trabajamos más, ya que estamos de algún modo siempre en contacto con la oficina, lo que conduce a la pérdida de tiempo libre.
Sí, porque debido a los teléfonos móviles, faxes, ordenadores portátiles, correos electrónicos, etc. es imposible evitar ser perseguidos por nuestros jefes o por alguien de la oficina. Y la famosa “fecha límite” también se va a casa con nosotros y con nuestro jefe, ya que la presión se va filtrando desde la parte superior de la jerarquía hacia abajo. Si nuestro jefe está presionado, existen muchas probabilidades de que su jefe también lo esté y que nosotros lleguemos a estarlo, es una posibilidad “todavía mayor”. Cada nueva tarea aumenta nuestro estrés, acumulándose a lo largo del día, semana y mes.
Aunque el estrés puede ser necesario para mantener el dinamismo en el trabajo, en niveles extremos puede llegar a ser muy nocivo para la salud. Por ello es imprescindible mantener los niveles de estrés bajo control para que no provoquen lo que actualmente se conoce como Fatiga Crónica y lo que es más grave, el denominado síndrome de “Burn-out” o síndrome de “estar quemado”, que se da en profesiones que se caracterizan por la interacción con personas. Estar estresado puede ser un estado muy normal en estos tiempos, pero llegar a situaciones extremas puede provocarnos alguna enfermedad importante.
Síndrome de Fatiga Crónica y Burn-Out
Los trabajadores llevan años diciendo que uno de los principales problemas de salud laboral son las dolencias psíquicas, el estrés, el malestar, la tensión. Con el transcurso del tiempo se llegan incluso a somatizar estos problemas, a notar en la salud física los efectos de una patología que en su origen puede ser psíquica. Incluso muchas veces los empresarios, las mutuas y la administración miran a estas víctimas del estrés, en el mejor de los casos como unos quejumbrosos.
El 1% de la población padece el denominado Síndrome de Fatiga Crónica (SFC), una alteración caracterizada por un cansancio persistente de más de medio año de duración que se diferencia del insomnio y de la falta de motivación y que no se puede atribuir a ninguna enfermedad física o psiquiátrica, según un estudio adaptado por la Agència d'Avaluació de Tecnologia i Recerca Mèdiques (ATTM), organismo dependiente de la Conselleria de Sanidad de la Generalitat.
El SFC implica un cansancio persistente de seis meses de duración como mínimo, que no puede apaciguarse con el descanso y que ocasiona una reducción del nivel de actividad del afectado. Asimismo, el paciente presenta al menos cuatro de los siguientes síntomas: trastornos de concentración o de memoria a corto plazo, faringitis, dolores cervicales, reumatismo muscular, dolor multiarticular sin artritis, dolor de cabeza, sueño no reparador y malestar postesfuerzo de más de 24 horas de duración.
Actualmente no hay marcadores específicos que permitan establecer o apoyar el diagnóstico clínico del SCF. Sin embargo, otras alteraciones paralelas, como el síndrome del desgaste profesional o del trabajador 'quemado', también conocido como 'burn-out', sí que ha sido cuantificado.
El burn-out o quemamiento, es un síndrome de agotamiento emocional, de despersonalización y de reducción de la capacidad personal, que la mayoría de las veces puede presentarse en sujetos que, por su profesión, se “ocupan de la gente” (según Christene Maslach). Según un reciente estudio del Ministerio de Administraciones Públicas, los médicos, profesores y enfermeros son los colectivos más “quemados” por el trabajo en el sector público.
La habitual expresión “estoy quemado” refleja el estado en el que se encuentran muchos profesionales de los más diversos sectores. Fue un psiquiatra norteamericano, Herbert Freudenberger, quien comenzó a estudiar este síndrome en 1974, popularizándose poco después este término con la ayuda de la psicóloga social Christine Maslach. La diferencia del burn-out con otras enfermedades, es que es un tipo característico de estrés que se da en aquellas profesiones en las que quienes realizan su trabajo deben estar en contacto con otras personas (estrés asistencial), por lo que son constantemente sujetos de apoyo o ayuda y sus síntomas surgen al ver el profesional defraudadas sus expectativas, al verse imposibilitado de modificar la situación laboral y de poner en práctica sus ideas con respecto a cómo debe ser realizado su trabajo.
Entre los síntomas más habituales asociados a este síndrome encontramos: fatiga crónica, tensión muscular, trastornos del sueño, gastritis y úlcera, depresión, ansiedad, ideas suicidas, irritabilidad, cinismo, desmotivación, hipercrítica a los compañeros de trabajo, entre otros. Es más habitual que se dé en profesionales que desempeñan la misma tarea durante cinco años; comienza a notarse una disminución de la producción y una tendencia a la desorganización que acompaña al agotamiento emocional y la sensación de reducido logro personal.
Es precisamente el personal médico uno de los más vulnerables a este trastorno, e incluso hay algunas especialidades más propensas que otras como es el caso de la oncología, que siempre está en contacto con el dolor y la muerte. En general existe en la sociedad la idea de que los miembros del equipo de salud curan y es esta representación social la que hace aumentar la exigencia laboral.
Algunas estrategias para abordar el estrés
Es importante, como mencionábamos, mantener los niveles de estrés en un equilibrio que nos permita rendir al cien por cien tanto en nuestras actividades laborales como en nuestro entorno personal. Dicho de esta manera suena muy fácil, porque debemos tomar en cuenta la agitada vida y la rapidez con que avanza el mundo. Sin embargo, es hora de que nos detengamos un minuto y pensemos en cómo podemos autoayudarnos para sentirnos mejor. He aquí unos consejos que nos sugieren ciertos especialistas y que podemos practicar en el trabajo:
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Moverse todo lo que podamos para liberar tensiones y rigidez muscular
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Eliminar las tareas innecesarias
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Elaborar un calendario de quehaceres. Establecer prioridades y objetivos
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Dedicar más tiempo a uno mismo. Una pequeña pausa en la jornada laboral nos hará sentir más relajados
- No permitir que nuestro escritorio parezca un amasijo de papeles.
Buscar siempre el lado positivo a todas las situaciones -
Ejercitar la creatividad. Buscar vías de expresión si es que nuestro trabajo lo impide
Además, es importante preparar nuestro cuerpo y nuestra mente para el tiempo que debemos pasar en la oficina, a través de una alimentación equilibrada: comer más frutas y verduras; ejercicio físico; relaciones sociales, que consiguen infundirnos una sensación de calma, y suficientes horas de sueño. El ejercicio físico contribuye a un mejor bienestar general, lo que unido a un buen descanso es la mejor herramienta para conseguir un óptimo rendimiento.
Por otra parte, para afrontar positivamente los síntomas del síndrome de burn-out, los especialistas sugieren algunas estrategias que pueden ponerse en práctica, para abordarlo tanto a nivel individual como grupal, si bien estas últimas pueden requerir la participación de consultorías o compañías especializadas en estos temas.
Estrategias a nivel individual
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Incrementar la vida extralaboral: generar espacios de recreación, deportivos, hobbies
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Incrementar los vínculos sociales a fin de abarcar más espacios de la vida emocional
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Adquirir nuevos conocimientos, realizar cursos de formación en áreas de interés, elaborar o colaborar con trabajos “científicos” o publicaciones
Estrategias a nivel grupal
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Asumir mentalidad de grupo (aunque sea de 2 personas)
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Incorporar actividades de reflexión sobre la tarea en forma sistemática con o sin coordinador profesional
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Incorporar actividades de entrenamiento en la resolución de problemas
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Trabajar en lo denominado “distancia óptima del problema”, es decir, en la técnica de establecer niveles de responsabilidad
En resumen, considerar que las cuestiones derivadas de las tareas de servicio a los demás, tienen que ver con las relaciones y el trabajo en equipo, la interdisciplina y las estrategias de organización.
Con todas estas medidas o recomendaciones deberíamos ser capaces de poner límites al estrés, lo que conllevaría a nivel profesional poder disfrutar más con nuestro trabajo y a nivel personal administrar mejor nuestro tiempo libre.
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