Es un hecho: los universitarios cada vez tardan más en terminar sus estudios. Y para ello, no hay más que acudir a las estadísticas de la UMA del último curso académico y comparar los datos con los que se recogían apenas cinco años atrás. El resultado: los estudiantes completan la carrera un año y medio más tarde que antes. Entre las principales causas, según exponen los propios alumnos, docentes y representantes de la comunidad académica, aparecen el desencanto por la situación laboral que les espera al salir de las aulas, pero también circunstancias como la creciente necesidad de compaginar los estudios con un empleo a tiempo parcial, la deficiente base con la que cada vez más jóvenes concluyen la etapa preuniversitaria e incluso la matriculación de personas en edad madura, que eleva la media.
Pero hay diferencias por sexo y en función de las carreras elegidas. Según recogen los balances anuales de la institución, en 2001, la edad media a la que concluían los hombres era de 25 años y medio, mientras que las mujeres lo hacían con 23 años y medio. En el último curso (2006-2007) ellos terminaron con 26 años y medio, y ellas lo hicieron con 25 años y medio. La diferencia es de 12 meses más para los varones y de 24 para las féminas. En términos generales, en 2001 los universitarios concluían su formación con 24 años y medio, mientras que en 2006 la media se elevó hasta los 26 años.
Por carreras, destaca el caso de Filología Inglesa, donde los varones concluyen hasta cuatro cursos más tarde que años atrás, con una media de 27 años, mientras que las féminas lo hacen tres años después (a los 26). Escaladas similares se producen en las ingenierías de Telecomunicación, donde se concluye tres años después (27 años). En ingeniería industrial, la edad media se eleva a 28 años y en la rama de Electricidad de la Ingeniería Técnica Industrial, donde las mujeres concluyen hasta cinco años después de cuando lo hacían a principios de este siglo.
En otro escalón se sitúan carreras como Medicina, donde la edad de finalización avanza un año para las mujeres. También Derecho, con datos ligeramente superiores (aunque solo entre los hombres), y similares a los de Económicas y Administración de Empresas. En Enfermería sube uno para los hombres (terminan a los 23) y dos para las mujeres (lo hacen a los 24).
Llama la atención que algunas de las especialidades en las que es más difícil conseguir plaza se mantienen estables en el plazo de finalización o incluso bajan respecto a cursos anteriores. Así, en Medicina, los hombres se mantienen en una media de 26 años desde 2001, y en Turismo incluso baja dos años la edad de los recién diplomados. En fisioterapia se mantiene exactamente igual, y así ocurre también en Periodismo y en Publicidad y Relaciones Públicas (donde baja un año y medio en el caso masculino). Traducción e Interpretación tampoco varía, y se termina generalmente a los 24 años.
Estudiar y trabajar
Este fenómeno no es alarmante, a juicio del sector académico, y tiene diversos orígenes. Los propios universitarios sondeados manifiestan que la falta de expectativas laborales no ayuda precisamente a dedicar horas a los libros, y se une a la necesidad de trabajar y a las dificultades que encuentran, sobre todo, en los cursos iniciales.
Juan Antonio Perles, vicerrector de estudiantes, cree que está relacionado con la organización de los estudios y el sistema de créditos: 'El alumno planifica sus estudios. Muchos títulos antes eran de cinco años y ahora de cuatro, pero sin renunciar a los contenidos. Dicen que tienen tres de primero, dos de segundo…'
Otra causa que apunta Perles es la facilidad de lograr un trabajo a tiempo parcial. 'Nos acercamos al modelo europeo, se trabaja a la vez que se estudia'. Pero también influye la edad de inicio de los estudios, que se ha alargado. 'Muchos entran con 20 años, después de hacer ciclos formativos, y cada vez hay más estudiantes mayores, sobre todo en Humanidades. Es positivo, porque nos acerca al objetivo de fomentar la formación continuada'.
Coincide con Rafael Domínguez, decano de la facultad de Letras. 'Cada vez se matriculan más alumnos mayores, son titulaciones con un componente cultural y menos técnico, como Medicina, que tiene una clara finalidad laboral', indica. Así, pone de relieve el aumento de las matriculaciones de estudiantes con más de 29 años. También reconoce que cada vez más alumnos encuentran un trabajo a tiempo parcial.
Peor base
Otra cuestión es la falta de base. Esta es la clave para Miguel Ángel Ruiz, presidente del Consejo de Estudiantes de la UMA y alumno de Historia. 'La gente llega a la Universidad peor preparada, los efectos de la Logse se están notando, es vox populi entre profesores y alumnos, el nivel ha bajado mucho'.
Considera que es necesaria una reforma consensuada del sistema educativo para aumentar el nivel, que se manifiesta en las crecientes dificultades para comprender los mensajes y para redactar. 'Los estudiantes no leen y no saben redactar. Hay una gran pobreza de vocabulario, se ven auténticas barbaridades en los exámenes'.
Francisco Muñoz, director de la Escuela Politécnica, considera significativo el número de años que los estudiantes llevan en el centro al terminar la titulación, que antes era de 4,5 años y ahora se eleva a 5,3, aunque esgrime que, en el caso de las carreras técnicas, la población a la que se refiere es escasa y es engañoso por el proyecto de fin de carrera.
Pero hay otra clave, específica de su centro: el grado de inserción laboral es muy alto: 'muchos están trabajando antes de terminar', y el resto lo hace antes de tres meses después de abandonar las aulas. Por ello, considera que invertir uno o dos años más es un margen normal. 'Incluso tenemos que convencerlos de que terminen'.
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