El acoso laboral (mobbing) es una realidad que sobrepasa los datos oficiales (según la Universidad de Sevilla (US) no existen casos reseñables) y que, sin embargo, ya ha sido reconocida a nivel particular por algunos profesores.
"Las estadísticas generales no se corresponden con los datos de la US, pues aseguran que en la Universidad y en los centros sanitarios es donde más se producen este tipo de casos", afirma Inmaculada Rodríguez Cunill, que actualmente se enfrenta a la denuncia de las dos personas a las que, precisamente ella denunció por acoso.
Inmaculada Rodríguez ha sido una de las primeras profesoras de la Universidad de Sevilla que se ha atrevido en estos últimos tiempos a ir contracorriente y, por ello, ha tenido que pagar duras consecuencias. Después de un año de acoso en el departamento de la Facultad de Bellas Artes al que pertenece, en septiembre pasado solicitó la baja laboral, con la que continúa aún. Su problema llegó a calar tanto en la sensibilidad del profesorado sevillano que muchos docentes se unieron a principios de noviembre para crear la Plataforma de la US contra el Mobbing. Un mes más tarde, nacía también en el seno de la Hispalense la Plataforma Universidad por el Conocimiento, que defiende una institución académica pública, autónoma y que proteja las libertades tanto de profesores como de alumnos; así como la Asamblea Unitaria de Alumnos de la US y la UPO (Universidad Pablo de Olavide), creada con el mismo fin.
"El problema radica en la falta de libertad a la que estamos sometidos los profesores en esta Universidad", explica la docente, que está contratada como personal laboral. Su problema comenzó en octubre de 2006 cuando presentó una recusación en la Universidad antes de presentarse a las oposiciones para ser titular. Rodríguez Cunill denunciaba entonces que existía una "enemistad manifiesta" contra ella por parte de dos profesores (el director del departamento, Antonio Zambrana, y el anterior responsable, Francisco Arquillo). En diciembre, Rodríguez Cunill ganó el pleito y, en contra de lo habitual, que hubiera consistido en presentarse a las oposiciones en otra provincia, realizó su examen ante un tribunal nuevo pero bajo la acogida de la Facultad hispalense: "Zambrana es el anfitrión del tribunal ante el que me examino: da techo y comida a los que me van a interrogar".
Según Rodríguez, tanto Zambrana como Arquillo amenazaron con ir a los tribunales pero, finalmente, ninguno lo hizo. Por su parte, la profesora, que ostenta un Premio Extraordinario a su carrera y ha participado en numerosos proyectos docentes, suspendió la prueba. "En vez de ir a juicio, optaron por hacerme la vida imposible", dice.
La situación se agravó cuando en abril la profesora pidió permiso para ir 10 días a Palestina con un proyecto universitario. El departamento y el Rectorado denegaron la licencia, pero ninguno justificó la negativa, por lo que la docente decidió irse. A la vuelta, se encontró con un expediente abierto que, por fin, tras meses de apelaciones, hace un mes se anuló, aprobando su comportamiento.
En septiembre, en un clima de ansiedad constante, Rodríguez pidió la baja. Fue a partir de ese momento cuando, gracias al apoyo de otros compañeros, se crea la Plataforma Contra el Acoso Laboral y por la Democracia en la Universidad. "Hay muchos casos similares. Existe una nueva lista de correo -el Rectorado cerró hace más de un año una oficial-, llamada 'opinamos' para que todos se expresen", denuncia.
Inmaculada Rodríguez tuvo que presentarse hace unas semanas ante el servicio jurídico de la Universidad, dos días después de recibir un anónimo en el que se le invitaba a dejar la Universidad. El motivo era la acusación de los dos denunciados por ella: Arquillo y Zambrana, quienes la denuncian por "calumnias e injurias". Este diario ha intentado ponerse en contacto con ellos, sin éxito. La Universidad no ha querido hacer ninguna valoración.
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