Impulsando Pymes . Alibérico fue fundado en 1997 por Clemente González Soler, que vio en ese momento la oportunidad de emprender por cuenta propia en un negocio del que casi lo había aprendido todo. Ingeniero Aeronáutico de formación, inició su actividad en el sector como estudiante en prácticas dentro la Empresa Nacional del Aluminio, donde aprendió los procesos industriales relacionados con este metal, y con el tiempo llegaría a ser presidente en España de la multinacional canadiense Alcan.
Según relató a los cerca 200 jóvenes estudiantes que se congregaron en el salón de grados de la Facultad, convocados por la Cátedra de Empresa Familiar de la Universidad Complutense de Madrid y ADEFAM, Alibérico comenzó de cero en una oficina alquilada, gracias a dos créditos personales por un importe total de 500.000 pesetas (3.000 euros) y con la ayuda de una secretaria. Hoy, el grupo está constituido por 35 empresas y factura más de 200 millones de euros, además de dar empleo a 1.200 personas, exportar a 45 países y contar con fábricas propias en los cinco continentes.
Lo primero que Clemente González Soler aconsejó a los jóvenes que muy pronto se van a enfrentar a la experiencia laboral o del emprendimiento fue “aprovechar la oportunidad de aprender que os den las empresas, hacer lo que os guste y ser muy buenos, los mejores, si es posible, con lo que hagáis. Las personas son lo más importante de los proyectos, pero para alcanzar el éxito deben tener ilusión y sentir la responsabilidad y el compromiso por hacer cada día mejor las cosas”.
Alibérico es actualmente una de las primeras empresas mundiales en la fabricación de productos transformados del aluminio para sectores tan diversos como los de edificación, alimentación, farmacia, ferrocarril, naval, energía, ascensores o señalización, con una estrategia que apuesta por la innovación, la calidad y la marca.
La internacionalización de Alucoil
En su exposición, Clemente González Soler explicó el modelo de internacionalización llevado a cabo en Alucoil, la empresa del Grupo especializada en la fabricación de paneles composite, como caso paradigmático de su filosofía empresarial. “Hasta 2007 fueron años de un alto crecimiento para la empresa. Había crédito, pedidos, un margen atractivo; era una época de abundancia para nuestra economía, pero advertimos que la empresa empezaba a perder eficacia”.
La respuesta de Alucoil fue diseñar un plan estratégico –el Plan Visión- que además de examinar la operativa de todas las fábricas y tratar de reducir sus ineficiencias, debía analizar los mercados de oportunidad que se iban a dar en el mundo en los años siguientes. A este primer plan (200-2010), que se extendió durante tres años, siguió un segundo Plan Visión (2011-2015), que supuso un ambicioso salto adelante en la vocación exportadora del Grupo para proceder a su definitiva internacionalización, asegurándose la producción con fábricas propias en los cinco continentes. Como recordó Clemente González Soler, la filosofía de este propósito se condensaba en un lema: “Hacer lo que sabemos y hacerlo en todas las partes del mundo”.
En el momento de impulsar la internacionalización, Alucoil ya exportaba a 45 países, “pero teníamos un problema muy importante –apuntó su presidente-, fabricar y vender en euros desde nuestra planta de Miranda de Ebro, con el lastre que provoca a nuestra competitividad el contar con una divisa sobrevalorada”.
El Plan Visión dibuja la ruta de internacionalización de la empresa y marca el objetivo para Alucoil de convertirse en 2015 en la primera empresa del mundo de fabricación de composites con una cuota de mercado del 10% y una facturación para el conjunto del Grupo de 800 millones de euros. El desarrollo de este plan ha supuesto hasta la fecha el desembarco de Alucoil en Marruecos (2010), Estados Unidos (2011), Brasil e India (2012) y, dentro de unos meses, en 2013, en Oceanía. “En países donde detectamos dificultades administrativas o fiscales, llegamos a acuerdos con empresas locales, asegurándonos siempre la mayoría accionarial; y en el resto asumimos el 100% de la inversión. Al final, el objetivo será contar con 7 fábricas en el mundo, cerca de los mercados más dinámicos, y con posibilidad de servir nuestros productos en unos plazos muy ajustados”.
Un nuevo eje socio-económico
En sus palabras, añadió: “Los conflictos del mundo futuro no serán políticos, sino económicos, y en este proceso ya en marcha algunos países como Estados Unidos o Japón ya han empezado a actuar depreciando sus monedas para inyectar competitividad a sus empresas. Estamos pasando de un mundo ‘blanco’, dirigido por Occidente, con un eje socio-económico Atlántico, a otro ‘amarillo’ con un eje delimitado por el Océano Pacífico y en el que se presentan grandes oportunidades de desarrollo para las empresas. Ante este desafío, hemos optado por diseñar una estrategia global con un management local, además de unos valores, una filosofía y unos procedimientos comunes en todo el mundo«.
El presidente de Alibérico animó a los estudiantes a “medir todas sus acciones. No se puede gestionar lo que no se puede medir pero, eso sí, hay que ser muy cuidadosos para emplear siempre los mismos parámetros. Una de las claves para que una empresa se establezca con éxito en un mercado internacional es realizar previamente un minucioso estudio de campo. Hay que desplazarse hasta el país, observar a los competidores, conocer el mercado local y los próximos”.
También se refirió a la innovación como uno de los factores de éxito del Grupo Alibérico. “Desarrollamos patentes propias y ponemos en práctica un modelo de I+D+i en el que damos absoluta preferencia a la i minúscula, a la innovación Nos importa mucho el conocimiento, pero sobre todo aquel conocimiento que es capaz de transformarse en negocio, tanto en lo que se refiere a la mejora de procesos como al desarrollo de nuevos productos”.
Clemente González Soler, presidente del Grupo Alibérico, la empresa familiar española con presencia global y especializada en la fabricación de productos de alta tecnología basados en el aluminio, se ha acercado a la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense de Madrid para explicar a los alumnos los secretos y las claves que han llevado a esta empresa a ser actualmente una de las primeras del mundo dentro de su campo de actividad, y todo ello tras una andadura de tan solo quince años y partiendo prácticamente de cero.
Alibérico fue fundado en 1997 por Clemente González Soler, que vio en ese momento la oportunidad de emprender por cuenta propia en un negocio del que prácticamente lo había aprendido todo. Ingeniero Aeronáutico de formación, inició su actividad en el sector como estudiante en prácticas dentro la Empresa Nacional del Aluminio, donde aprendió los procesos industriales relacionados con este metal, y con el tiempo llegaría a ser presidente en España de la multinacional canadiense Alcan.
Según relató a los cerca 200 jóvenes estudiantes que se congregaron en el salón de grados de la Facultad, convocados por la Cátedra de Empresa Familiar de la Universidad Complutense de Madrid y ADEFAM, Alibérico comenzó de cero en una oficina alquilada, gracias a dos créditos personales por un importe total de 500.000 pesetas (3.000 euros) y con la ayuda de una secretaria. Hoy, el grupo está constituido por 35 empresas y factura más de 200 millones de euros, además de dar empleo a 1.200 personas, exportar a 45 países y contar con fábricas propias en los cinco continentes.
Lo primero que Clemente González Soler aconsejó a los jóvenes que muy pronto se van a enfrentar a la experiencia laboral o del emprendimiento fue “aprovechar la oportunidad de aprender que os den las empresas, hacer lo que os guste y ser muy buenos, los mejores, si es posible, con lo que hagáis”. “Las personas son lo más importante de los proyectos, pero para alcanzar el éxito deben tener ilusión y sentir la responsabilidad y el compromiso por hacer cada día mejor las cosas”, dijo.
Alibérico es actualmente una de las primeras empresas mundiales en la fabricación de productos transformados del aluminio para sectores tan diversos como los de edificación, alimentación, farmacia, ferrocarril, naval, energía, ascensores o señalización, con una estrategia que apuesta por la innovación, la calidad y la marca.
La internacionalización de Alucoil
En su exposición, Clemente González Soler explicó el modelo de internacionalización llevado a cabo en Alucoil, la empresa del Grupo especializada en la fabricación de paneles composite, como caso paradigmático de su filosofía empresarial. “Hasta 2007 fueron años de un alto crecimiento para la empresa. Había crédito, pedidos, un margen atractivo; era una época de abundancia para nuestra economía, pero advertimos que la empresa empezaba a perder eficacia”, explicó.
La respuesta de Alucoil fue diseñar un plan estratégico –el Plan Visión- que además de examinar la operativa de todas las fábricas y tratar de reducir sus ineficiencias, debía analizar los mercados de oportunidad que se iban a dar en el mundo en los años siguientes. A este primer plan (200-2010), que se extendió durante tres años, siguió un segundo Plan Visión (2011-2015), que supuso un ambicioso salto adelante en la vocación exportadora del Grupo para proceder a su definitiva internacionalización, asegurándose la producción con fábricas propias en los cinco continentes. Como recordó Clemente González Soler, la filosofía de este propósito se condensaba en un lema: “Hacer lo que sabemos y hacerlo en todas las partes del mundo”.
En el momento de impulsar la internacionalización, Alucoil ya exportaba a 45 países, “pero teníamos un problema muy importante –apuntó su presidente-, fabricar y vender en euros desde nuestra planta de Miranda de Ebro, con el lastre que provoca a nuestra competitividad el contar con una divisa sobrevalorada”.
El Plan Visión dibuja la ruta de internacionalización de la empresa y marca el objetivo para Alucoil de convertirse en 2015 en la primera empresa del mundo de fabricación de composites con una cuota de mercado del 10% y una facturación para el conjunto del Grupo de 800 millones de euros. El desarrollo de este plan ha supuesto hasta la fecha el desembarco de Alucoil en Marruecos (2010), Estados Unidos (2011), Brasil e India (2012) y, dentro de unos meses, en 2013, en Oceanía. “En países donde detectamos dificultades administrativas o fiscales, llegamos a acuerdos con empresas locales, asegurándonos siempre la mayoría accionarial; y en el resto asumimos el 100% de la inversión. Al final, el objetivo será contar con 7 fábricas en el mundo, cerca de los mercados más dinámicos, y con posibilidad de servir nuestros productos en unos plazos muy ajustados”, explicó.
Un nuevo eje socio-económico
“Los conflictos del mundo futuro no serán políticos, sino económicos, y en este proceso ya en marcha algunos países como Estados Unidos o Japón ya han empezado a actuar depreciando sus monedas para inyectar competitividad a sus empresas”, dijo Clemente González Soler. Desde su punto de vista, estamos pasando de un mundo “blanco”, dirigido por Occidente, con un eje socio-económico Atlántico, a otro “amarillo” con un eje delimitado por el Océano Pacífico y en el que se presentan grandes oportunidades de desarrollo para las empresas. Ante este desafío, el Grupo que dirige ha optado por diseñar una estrategia global con un management local, además de unos valores, una filosofía y unos procedimientos comunes en todo el mundo.
El presidente de Alibérico animó a los estudiantes a “medir todas sus acciones”: “no se puede gestionar lo que no se puede medir”, pero les advirtió de ser muy cuidadosos para emplear siempre los mismos parámetros”. Asimismo, señaló que una de las claves para que una empresa se establezca con éxito en un mercado internacional es “realizar previamente un minucioso estudio de campo. Hay que desplazarse hasta el país, observar a los competidores, conocer el mercado local y los próximos”.
También se refirió a la innovación como uno de los factores de éxito del Grupo Alibérico. “Desarrollamos patentes propias y ponemos en práctica un modelo de I+D+i en el que damos absoluta preferencia a la i minúscula, a la innovación Nos importa mucho el conocimiento, pero sobre todo aquel conocimiento que es capaz de transformarse en negocio, tanto en lo que se refiere a la mejora de procesos como al desarrollo de nuevos productos
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