A menudo, en nuestro ambiente laboral oímos frases como “estoy sobrecargado de trabajo”, “siempre me lo ponen todo a mí”, “estoy harto de que no me valoren en este trabajo”, “me paso más horas en mi trabajo de las que debería y no respeto mis horarios…” “es que no sé decir no”. Estas afirmaciones suelen estar muy relacionadas con una ausencia de límites en el trabajo y es que establecerlos podría repercutir en numerosos aspectos de nuestra vida personal, familiar y profesional, aportándonos equilibrio y una mayor satisfacción.
Así, por ejemplo, a nivel personal, vamos a encontrar que presentaremos una mayor satisfacción, confianza y bienestar emocional; a nivel familiar, se puede destacar una disminución de las disputas y una mejor concilliación; y, en el ámbito profesional, un mayor rendimiento laboral o una disminución del síndrome de burnout. Si nos cuesta poner límites, seguro que no sólo es en el ámbito laboral. Empezando por el trabajo, estas pueden ser algunas ideas útiles para empezar a poner límites:
- Permítete establecer límites.
- Ten claro tu rol, tus funciones y tus metas.
- Identifica lo no negociable.
- Expresa cómo te sientes asertivamente.
- Delega y prioriza tareas.
- Respeta tus tiempos.