Siguen igual que hace treinta y cuarenta años. No tienen mayor interés que el propio. No saben adapatarse a los nuevos tiempos y sólo quieren ser Europa para pedir.
Durante ocho años han estado callados y a la sopa boba. Ahora, hablan más que nunca y protestan como siempre.
El único problema es que la demagogia se ha hecho su arma preferida.
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