En muchas empresas los hay, y en muchas compañías se sabe quienes son. Su mala conducta, sus excesivos procesos informativos y sus ganas de hacer daño, les colocan en el punto de mira de la alta dirección que sabe, a ciencia cierta, de quién se trata y el mal que hacen a la organización.
Así que no es de extrañar que les echen y, en algún que otro caso, les destierren.
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