Se juntan todas en las mismas fechas e, incluso, en la misma semana. El afán engullidor que tenemos los españoles cuando llega la Navidad es proporcional a la cantidad de horas de trabajo que se pierden por culpa de una costumbre que, cada vez más, espanta a todos los participantes.
Las tradiciones no se deben de perder pero no pasa nada porque evolucionen un poco.
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