No es justo que unas personas que se entregan a cuidar a otras, por el mero hecho de ser mujeres y, además, inmigrantes, se vean explotadas, sin contrato y discriminadas.
La labor que realizan es digna y necesaria y por ello tenemos que luchar para erradicar esta mala costumbre de tenerlas en la clandestinidad y la cuasi explotación laboral.
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