Da igual el color. Da igual la región. Da igual el sexo. El caso es que empieza a ser normal que muchos políticos utilicen dinero público para uso privado, o que se regalen subvenciones a amigos, familiares y compañeros de partido.
Pasar de lo anormal a lo cotidiano es algo preocupante, lo haga quien lo haga.
Insistimos con el viejo y sabio refranero que se puede aplcar a los políticos: la mujer del Cesar no sólo debe parecer honrada, debe serlo.
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