Da lo mismo el color que sea. Da lo mismo el político que se suba al estrado. Da lo mismo la ciudad y el local en donde se celebre, el caso es que los mítines políticos no dejan de ser todos igual de aburridos, tristes e innecesarios.
Poca gente cambia su sentido del voto por acudir a uno y el dinero que se invierte en ellos podía dedicarse a realizar alguna acción un poco más beneficiosa para la sociedad.
Los comentarios están cerrados.