Es indudable la labor en favor de los más necesitados desarrollada por Cáritas -confederación oficial de entidades de acción caritativa y social de la Iglesia católica en España-, verdadera responsabilidad social donde las haya.
Sin embargo, la carga de trabajo de esta institución está aumentando de manera alarmante en nuestro país, lo que es indicativo de hacia dónde nos dirigimos.
Es sangrante comprobar cómo se despilfarran cientos de miles de millones de euros en medidas de dudosa utilidad y beneficiarios de cuestionable ‘honradez’ cuando no están cubiertas ni de lejos las necesidades más básicas de cientos de miles de ciudadanos sin empleo -y los que se quedarán sin él-.
Como siempre, los políticos van por un lado, y la sociedad por otro. Y el hambre no entiende de ideología, ni de religión ni de fanatismos.
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