Volver al trabajo tan sólo cinco días después de tener un hijo por cesárea no es recomendable para ninguna trabajadora. Y eso es lo que ha hecho la ministra de Justicia francesa, anteponiendo –suponemos- el interés público a su propio interés físico y personal.
A pesar de su ‘mala prensa’ en el país vecino, la fortaleza mostrada –con su intervención todavía fresca- al acudir a la presentación de una importante reforma judicial es digna de elogio, aunque también podría haberlo sido de crítica.
Esperamos que, para no aparecer en el lado ‘despedido’ en el futuro por la misma razón, Rachida Dati aproveche todo su permiso de maternidad sin hacer más apariciones públicas por motivos de trabajo, porque hasta las ministras tienen derecho a parir, y a descansar, sin que nadie las moleste por razones profesionales.
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