Viajar con todo su séquito hasta Japón, sin tasa ni freno, para negociar con Sony y Nissan que no cierren sus plantas de fabricación en Barcelona y Viladecavalls, puede considerarse, a priori, una obligación e, incluso, algo digno de elogio.
Vistos los resultados obtenidos y los despidos anunciados (Sony, 275 trabajadores; Nissan, 3.330) puede decirse que, en estos tiempos de crisis, el gasto podría habérselo ahorrado.
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