Los asesinos han vuelto al trabajo que mejor saben hacer: Matar. En esta ocasión le ha tocado el turno a un empresario, Ignacio Uría Mendizabal, propietario y responsable de una constructora con más de tres centenares de empleados. ¿Su crimen? Ninguno; como ninguno cometió el resto de víctimas de este grupo de asesinos.
¿Y qué dice al respecto el sindicato del terror? Da igual, tanto monta, monta tanto. El hecho es que, por mucho que los políticos de siempre hagan las declaraciones de condena de siempre, ETA sigue asesinando, dejando familias huérfanas y, también, trabajadores huérfanos.
Descansa en paz Ignacio.
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