En pleno siglo XXI cada vez son peor aceptadas las bromas de contenido sexual entre compañeros de trabajo. De igual manera, la frontera entre un ‘simple’ e ‘inocente’ chiste subido de tono y un delito de acoso o abuso sexual se vuelve más imperceptible a medida que pasa el tiempo y evolucionan las relaciones laborales. Por ello, aunque no se debe olvidar ninguna de estas premisas en cualquier momento del año, mucho menos ahora con la cercanía de las fiestas navideñas.
No es de extrañar que, cada vez más, además de la crisis, una de las excusas empresariales más utilizadas para desterrar la costumbre de las cenas navideñas sea lo que sucede en el "after dinner".
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