Cuánta gente tiene que morir para que los políticos madrileños, en este caso, o quienes tengan la responsabilidad de legislar en cada comunidad autónoma, regulen de una vez la actividad profesional de todos aquellos que, en aras de una supuesta seguridad, desarrollan el ‘honroso’ trabajo de dar palizas a las puertas de los locales de copas.
Sólo con que mostraran la misma iniciativa y eficacia de la que hacen gala al mandar a la policía municipal a investigar simples licencias de actividad de empresas que nada tienen que ver con la noche, para cobrar los correspondientes impuestos, sería quizá suficiente para que locales que sirven de cobijo a asesinos profesionales cerraran sus puertas. Rizando más el rizo, a lo mejor bastaría con hacer responsables civiles y penales subsidiarios a aquellos que han demostrado semejante dejación de funciones durante tanto tiempo.
Para el joven asesinado el pasado fin de semana en Madrid, ya es tarde.
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