Ahora son los japoneses los que dan la voz de alarma. El trabajo no les deja tiempo para el sexo en pareja. Pereza, cansancio… El caso es que su tasa de natalidad está en descenso y sus pensiones y relevo profesional en peligro.
En Occidente no somos ajenos a ello, y sufrimos igualmente los embistes de las jornadas maratonianas de trabajo.
Y aún así, los hay que todavía piensan en 65 horas.
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