Cada uno arrima el ascua a su sardina, como dice el popular refrán, y el caso es que, una vez pasado el tiempo, empiezan a echarse unos a otros la culpa de la buena o mala gestión de las distitntas actuaciones de los profesionales que intervinieron durante el accidente.
Eso sí, de las pobres víctimas cada día se habla menos.
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