Mofarse de los males ajenos no es nunca algo loable, mucho menos si hay cientos de muertos por una desgracia.
Aunque le haya costado su puesto de trabajo, ¡qué menos! todavía tendrá que pagar su osadía este "graciosillo" locutor.
Mofarse de los males ajenos no es nunca algo loable, mucho menos si hay cientos de muertos por una desgracia.
Aunque le haya costado su puesto de trabajo, ¡qué menos! todavía tendrá que pagar su osadía este "graciosillo" locutor.
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