Se han metido en una estúpida guerra, que más parece fruto del orgullo que de la estrategia empresarial. Sancionando y enfrentándose con empleados y sindicatos no parece la mejor manera de solucionar un problema, ya de por sí, bastante simple.
Sobre todo cuando, desde hace mucho tiempo, se ha demostrado que el tamaño no es lo más importante.
Y mucho menos de las faldas.
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