Por unirse a la polémica estéril iniciada por Fernández de la Vega contra el Gobierno Italiano de Berlusconi en materia de inmigración.
Con el mercado de trabajo en plena crisis -y con lo peor aún por llegar-, con la construcción y el mercado inmobiliario sumidos en un agujero negro de difícil salida y con la promesa electoral aún reciente de crear dos millones de puestos de trabajo en esta legislatura, parece más importante debatir y polemizar con otros países -en éste caso Italia- sobre la rigurosidad de sus leyes inmigratorias que intentar poner remedio a ésta caída libre sin paracaídas en la que estamos inmersos.
Parece que sigue la línea Caldera de escasa preocupación por lo verdaderamente importante.
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