En la vida existen momentos buenos y momentos malos. En muchas ocasiones, terminamos transmitiendo nuestras sensaciones en nuestro entorno laboral, donde pasamos gran parte del tiempo. Sin embargo, dejando a un lado los días aislados, existen personas que tienen conductas tóxicas crónicas. Estas puede hacen dinamitar un equipo de trabajo.
Según Gira Aran, profesora colaboradora de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), es necesario reconocer estos comportamientos para saber cómo afectan al resto del equipo. Hay que observar los comportamientos para hacer análisis y saber cuándo hay que corregir la conducta. Además, saber por qué alguien se comporta de manera tóxica ayuda a neutralizar los efectos de estas conductas. Es la mejor forma de conseguir reconducir las conductas negativas en conductas favorables.
Es más, según Aran, los perfiles tóxicos o improductivos dentro de equipos de trabajo que sí funcionan pueden llegar a estropear la dinámica del grupo, debido a que plasman en el resto de sus compañeros sentimientos como la frustración, el desánimo y la ruptura de la cohesión.
Egoísmo y falta de compromiso
Según la experta de la UOC, normalmente las personas que son tóxicas en el trabajo suelen tener una falta de compromiso y un orden de prioridades que tiende al egoismo. Por lo general suelen pensar en ellas mismas primero. Por eso precisamente, es necesario identificar el porqué de su comportamiento. Dentro de este punto Aran, establece cuatro perfiles:
- Los dominadores. Este grupo engloba a aquellas personas que tienden al autoritarismo. Suelen actuar en todo, hablar de cuestiones que desconocen y mostrar tendencia al protagonismo. Esto termina haciendo que sus compañeros se frustren y se enfaden. Suelen complicar las reuniones. Se les reconoce con bastante facilidad, ya que suelen buscar un reconocimiento rápido y tienen la autoestima baja. Según Aran, la mejor forma de conseguir reconducir su comportamiento es que estas personas se sientan reconocidas.
- Los críticos. Es un rol bastante común en las empresas. Estas personas tienden a identificar siempre los errores de los demás y, además, se atribuyen méritos que no son suyos. Incluso en muchas ocasiones llegan a cuestionar al líder del equipo. Suelen ser ersonas desconfiadas y envidiosas y siempre piensan que los demás actúan en su contra. La mejor forma de lidiar con estas personas es demostrarles que son escuchados y valorados. Sin embargo, debemos ser muy claros con ellos y decirles el porqué del fracaso de sus propuestas, siempre teniendo cuidado de que estas personas no nos manipulen.
- Los obstructores. Estas personas tienden a complicarlo todo. Suelen complicar las decisions y pierden el tiempo con cuestiones que ya se han resuelto. La finalidad suele ser que las tareas no avancen. Además, proporcionan información confuma con la idea de culpar a los demás de los fracasos o errores. Normalmente se comportan así porque les cuesta asumir respondabilidades.
- Los parasitarios. Aunque no es el grupo más tóxico que existe, sí que suelen desmoralizar a los demás compañeros. Por tanto, es esencial la actuación del responsable del equipo. Estas personas suelen evitar las tareas complicadas y son propensos al absentismo. Cuando se encuentran en el trabajo suelen conectarse a redes sociales o charlar con otros compañeros. Normalmente son personas con actitud pasiva a las que hay que ayudar para que se motiven.
Lo que hay que hacer, según la profesora de la UOC, es neutralizar y transformar los roles tóxicos. Es necesario que todos los miembros tengan empatía. Conocerse y comprenderse es la mejor forma de ayudarse y ponerse en el lugar del otro. La retroalimentación suele ser un recurso utilizado con buenos resultados. “Si las personas han tenido un comportamiento favorable, está muy bien animarlas a continuar así y reconocerlo”, señala Aran.
Los comentarios están cerrados.