Ustedes no sabrán que mi nieto mayor cumple cinco años el próximo 24 de febrero por lo que he seguido el crecimiento de su coetánea Reforma Laboral con mucha atención. Cinco años cumple la moza el próximo 12 y cinco intensos y muy vividos años. Ignacio (así se llama mi nieto) está en una etapa fantástica de su vida descubriendo la Guerra de las Galaxias y aprendiendo las primeras letras. La Reforma ha sufrido algún que otro susto pero, aún a pesar de muchos, sigue dando la lata y corriendo por los pasillos del derecho laboral.
He buscado en una Guía Infantil el desarrollo de un niño de esa edad y ver si le es aplicable a la Reforma. Los resultados, que les ofrezco, son curiosos:
– “En esta etapa, el niño de cinco años está atravesando uno de los momentos más importantes a nivel afectivo o emocional…”
La Reforma Laboral también se ha metido en nuestras vidas. Se quiera o no, supuso un cambio radical y absoluto entre el “viejo” derecho social del Estatuto de los Trabajadores y las nuevas necesidades del mundo en crisis. Con un paro desenfrenado que se había convertido en el peor mal de nuestro país, la Reforma poco a poco ha ido mejorando el panorama y, en el momento actual, está en una fase delicada en la que se consoliden sus cambios o se tambalee su estabilidad.
– “Su agilidad alcanza niveles altísimos, pues su coordinación motora está bastante más desarrollada…”
Esperemos que esto sea así y que, padres (Gobierno) y tutores (jueces) no coarten estas ganas de correr y mejorar que nuestra infantina tiene. Los tíos (abogados) también podemos ayudarla y los profesores y catedráticos, educarla en su desarrollo. Pero cierto es que se le nota a la chica una agilidad mejor que en sus primeros y titubeantes años.
– “…manifiesta su interés por sus orígenes familiares y le inquieta algunos problemas, como puede ser la muerte, que la vincula a una ausencia afectiva…”.
Aquí, no me digan que no, la guía lo borda. Si hay algo que ahora se debate es le muerte de la Reforma y ella, como no, lo nota. Muchos la han abandonado y debe sentirse traicionada por otros. Seguro que cuando la hieren con sentencias duras y que modifican sus estructuras (como la ultra actividad de los convenios o la negociación de los despidos colectivos) invocando usos del pasado, mira atrás preguntándose qué males ha heredado para que esto sea así.
– “La edad se nota y mucho. Si las anteriores etapas se caracterizaban por la rebeldía del niño, ahora apenas hay que corregirle. También es verdad que no conviene generalizar y que cada niño lleva su propio ritmo. Los niños son más respetuosos, obedientes y comprensivos. Eso es porque adquieren más confianza en sí mismos y en los demás…”.
Cierto, solo hace falta ver la convulsión de cuando tenía dos o tres años. Cada sentencia era una bomba que cambiaba algo de la Reforma, cada decisión político iba encaminada a variar lo que se acababa de aprobar. Ahora nuestra Reforma está más tranquila, más hecha. Es como si, sin llegar a la edad adulta, estuviera más cuajada. “Adquieren más confianza en sí mismos y en los demás..” ¡Pues es verdad! Ya no vemos a la Reforma como una especie de Frankenstein al que abatir a palos los aldeanos por haber matado a una niña. Ya no es tan fiera, tan desagradable. Ya interactúa. Ya reconocemos que hay cosas que no están mal del todo.
– “Ya tienen una capacidad de razonamiento, cercana al adulto y, en ocasiones, se sienten preparados y dispuestos a todo. En muchos aspectos, son más realistas y equilibrados. Nuestros hijos ya han crecido y con esta edad ya no paran de hacer preguntas y, a veces, incluso, hablan como un adulto…”.
En definitiva: ya no son tan niños de los que estar pendientes todo el rato para que no se caigan, no rompan nada o no chupen todo lo que su mano alcanza. Ya, si les hablas, escuchan y los Decretos que se han dictado para modificar algún aspecto de la Ley dotan a la Reforma de una madurez en sus criterios y en su estructura cercana a una norma veterena.
En mi nieto han acertado también bastante, sobre todo en que ya es un adulto preguntón y que se cree el dueño del mundo, el de su cuarto y del más allá de las puertas de su casa. En la Reforma, también.
Y me parece una buena forma de celebrar su cumpleaños: dejarnos de llamadas a menor control del estamento judicial, a que se reforme la Reforma, a rasgarnos las vestiduras y decir que está privando de bienestar a los trabajadores y haciéndoles perder su posibilidad de negociación y participación colectiva… ¡Y qué decir del despido! Lo vamos a regalar aunque ya está en un nivel bajísimo…
NO. Un cumpleaños es una celebración alegre que, cuando es de un niño, ha de consistir en qué comentemos lo mucho que ha crecido, que guapo está y que gracioso…”Si parece más mayor de lo que es” (lo del más con el superlativo no es una errata, señores de la redacción. Es como se habla ahora). Soplar las velas y que la niña nos haga sus primeros pinitos de danza o canto.
¡Muchas Felicidades Reforma Laboral, no vas mal y casi te quiero como una nieta! [Casi, Ignacio, casi; a ti no hay quien te sustituya en mi cariño]
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