Las organizaciones empresariales necesitan expandirse hacia nuevos mercados, al tiempo que se afianzan las comunicaciones internacionales. El inglés ha dejado de ser la lengua del futuro para convertirse en el idioma universal; una inmejorable herramienta de comunicación y la manera más efectiva de acceder al 80% de los contenidos de Internet.

Las ventajas de aprender inglés están claras para cualquier trabajador. Pero, ¿cuáles son los motivos por los que una empresa debe invertir en la formación idiomática de sus empleados? Existe una sola razón que justifica a cualquier otra: un equipo humano que sepa desenvolverse en inglés hace a su empresa más productiva y competitiva, lo que resulta imprescindible en un mundo tan globalizado.

Para que el aprendizaje del idioma sea eficiente es necesario motivar a los empleados con el fin de que incrementen su nivel de inglés lo más rápido posible, sin que se vea afectada su auto-confianza y sin que el periodo de aprendizaje suponga una pérdida de productividad para la compañía.

El conocimiento del idioma va unido a conceptos como competitividad, innovación, crecimiento, apertura a nuevas oportunidades de negocio y la creación de un entorno propicio para las exportaciones. Un equipo humano que no domine el inglés se traduce en pérdida de oportunidades para la empresa, menor rendimiento y productividad, demoras innecesarias en los procesos de mejora y una disminución de ingresos. Por todo ello, la formación en idiomas se considera una inversión estratégica que toda compañía deberá contemplar, sin embargo, la rutina diaria, el cumplimiento de objetivos económicos y la teórica “falta de tiempo” nos lleva a dejar en último plano algo tan importante como es el reciclaje del conocimiento, tanto de los trabajadores como de los propios directivos.

El acceso a herramientas y software es también otro de los apartados en los que uno se puede quedar fuera si no domina el inglés, pudiendo perder importantes ventajas competitivas. El mercado del software en castellano es grande, pero más aún lo es el del software en inglés. Las nuevas versiones llegan antes en la lengua inglesa que en castellano, algunas ni siquiera se traducen ¿Nos vamos a perder una buena herramienta por no saber inglés?

Además destacar que si uno no sabe inglés, existe una gran dificultad en el acceso a información relevante, pudiendo quedar fuera de interesantes oportunidades de negocio simplemente por no comprender un texto redactado en inglés o no tener entre las fuentes de consulta habituales (diarios, blogs,…) ninguna en la lengua británica.

Bien es cierto que la experiencia diaria nos enriquece y ayuda a cumplir las expectativas marcadas, sin embargo debemos tener en cuenta que la formación en idiomas no es una pérdida de tiempo o un gasto para la empresa sino todo lo contrario, es una inversión a largo plazo. Por esto, no sólo la empresa tiene que entender la formación como una inversión, también el propio trabajador debe valorarlo así, teniendo en cuenta que por un lado va a aportar un mayor valor a su empresa y por otro va a aumentar notablemente su enriquecimiento intelectual y personal.

En la actualidad existen planes de ayuda a la Formación Continua financiados por El Fondo Social Europeo y la Fundación Tripartita. Las empresas pueden disponer de un crédito anual marcado legislativamente en función de los empleados de la empresa y de la cuantía ingresada por la empresa en concepto de cuota de formación profesional, entre otros factores. Las empresas pueden financiar las acciones formativas que realicen en las cuotas de la Seguridad social ingresadas por las mismas.

Incluso también las empresas pueden optar por introducir la formación en idiomas dentro de una Política de Retribución Flexible a sus empleados, por el cual, amplían su estrategia retributiva introduciendo nuevos elementos que sin duda van a ser referencia en el mercado como empleador, atrayendo y reteniendo trabajadores. Al final, este sistema incrementa la productividad de la empresa sin que sus costes laborales se vean afectados.

Somos conscientes que la solución no es fácil, ya que la intención, la actitud y el interés es algo complicado de “activar” y la compensación a corto plazo no es económica, por lo que normalmente no resulta algo prioritario para las empresas que buscan rápidos beneficios. Sin embargo, si miramos hacia un futuro más alejado nos daremos cuenta que gracias a la formación en idiomas, lo que en un principio era una “pérdida de tiempo” se transforma en una mayor rentabilidad económica y en un aumento de la productividad en el trabajo realizado.

Con todo lo mencionado anteriormente podemos concluir que gracias a una formación en idiomas de calidad se consigue una mejora de las competencias del puesto de trabajo, indispensables para fortalecer la situación competitiva de las empresas y su personal.

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