25 de diciembre de 2024

Tu vida depende de tu capacidad de aprender

Posiblemente nunca te lo has planteado en esos términos pero tu vida, tanto el pasado como el presente y sobre todo el futuro, dependen de tu capacidad de aprender. Lo que eres hoy es fruto de lo que has aprendido hasta el momento, ni más ni menos. De la misma manera, tu futuro está en función de lo que seas capaz de aprender de aquí en adelante. No podrás ser ni hacer nada que no hayas aprendido previamente, es imposible. Y en el caso de que tengas familia, el porvenir de tus descendientes depende extraordinariamente de tu capacidad de transferirles lo que sabes. La conclusión entonces es clara: no hay nada más importante que aprender. Sin embargo ¿Cuánto sabes de aprendizaje? ¿Alguien alguna vez te enseñó a aprender? ¿Y a ayudar a que otros aprendan? Me temo que conozco la respuesta…

 

La trascendencia capital del aprendizaje es fácil de comprobar viendo, por ejemplo, documentales de Animal Planet de los que soy testigo frecuente ya que siguen entusiasmando a mis hijos. Cualquier carnívoro, por ejemplo, desde que nace depende de su capacidad de aprender a sobrevivir en un medio hostil y concretamente a enfrentar 2 desafíos vitales:

  • Alimentarse (para lo que deberá aprender a cazar)
  • Y defenderse (para lo que deberá aprender a identificar posibles fuentes de peligro y ponerse a salvo de amenazas a riesgo de ser eliminado por sus enemigos).

 

Los cachorros recién nacidos no pueden llevar a cabo este sofisticado proceso de aprendizaje por su cuenta sino que necesitan de alguien que les proteja, les ayude y sobre todo les eduque y este es el rol que juegan sus padres: enseñarles hasta que son capaces de valerse por sí mismos. Si no estuvieran acompañados por sus progenitores a lo largo de ese periodo de aprendizaje, morirían rápidamente de hambre o bien devorados por otros depredadores.

 

En el caso de las personas, el proceso ocurre de forma muy parecida aunque resulta bastante más prolongado y complejo. De hecho, el ser humano cuenta con notables desventajas físicas respecto del resto de animales: es más lento, tiene mucha menos fuerza, peor vista y olfato, carece de garras o dientes para luchar, etc. La única razón que explica por qué el ser humano domina al resto de las especies es gracias a su capacidad de aprender y generar conocimiento. Nuestro principal músculo es el cerebro. Hace poco escuchaba la historia de una persona atrapada entre los escombros de un edificio destruido durante el terremoto de Haití y que había sufrido una herida profunda en la pierna que amenazaba con desangrarle. Por suerte, tenía consigo un smartphone y pudo consultar y aprender cómo hacerse un torniquete y detener la hemorragia lo que le permitió salvar la vida mientras los equipos de rescate trataban de llegar hasta él.
Dado que aprender es verdaderamente un asunto de vida o muerte existen algunos aspectos que merece la pena considerar.

 

 

A nivel personal

Nadie nace sabiendo: Nada de lo que hoy eres capaz de hacer venía contigo cuando naciste. Como es casi imposible que puedas recordar cómo aprendiste la gran mayoría de lo que hoy sabes, no hay mejor manera de comprobarlo que observar el proceso de aprendizaje de tus hijos a los que tienes que enseñar (con infinita paciencia) absolutamente todo: desde caminar, hablar, leer, escribir, coger un cuchillo o atarse los zapatos. Utilizando un ejemplo de las artes marciales, nunca perdamos de vista que todos aquellos que hoy son cinturón negro, empezaron siendo cinturón blanco y no sabían nada. Por lo tanto, la vida no es otra cosa que un proceso de aprendizaje continuo y tu devenir en ella, tus alegrías y tus padecimientos están estrechamente ligados con tu habilidad para aprender. Nelson Mandela decía que el día que dejas de aprender y compartir te vuelves irrelevante.

 

Nadie te enseña a aprender: Resulta curioso que a pesar de lo crítico que resulta aprender, nadie jamás te explica cómo ocurre el proceso de aprendizaje ni menos aún, te enseña a aprender. Pero lo más increíble de todo es que de forma natural sabemos aprender aunque no sepamos cómo lo hacemos. ¿Por qué tenemos entonces tantos problemas con la educación? Simplemente porque nos han convencido de que por el hecho de ir al colegio, el proceso de aprendizaje ocurre automáticamente: asistes a clase, escuchas a un profesor explicar su asignatura, tomas apuntes, estudias y memorizas y luego haces el correspondiente examen y ya sabes aprender. Pero claro, acumular información no es sinónimo de aprender, ojala fuese tan simple. Las cosas importantes que aprendes en tu vida no las aprendes escuchando ni estudiando sino haciendo. Y es que si no practicas, no aprendes. Sí los padres fuesen expertos en aprendizaje, avanzaríamos considerablemente en la educación de los niños (y los colegios se verían obligados a eliminar las innumerables aberraciones que cometen). ¿Por qué nunca nos paramos a pensar cómo aprendemos, cómo podríamos hacerlo mejor y, menos aún, cómo ayudar a otros a aprender? Un componente esencial del proceso educativo debiese consistir en inocularte la pasión por aprender (aprendizaje continuo) y a perfeccionar permanentemente tu habilidad para aprender ya que se trata de la llave de tu vida. El modelo educativo que nos acompaña desde hace siglos es justamente lo opuesto a la forma en que naturalmente nuestro cerebro aprende y eso es algo que quienes denuncian las falencias de la educación parecen incapaces de entender. ¿O es que en casa a tus hijos les enseñaste a andar en bicicleta o a hacerse el desayuno sentándoles en su pupitre, leyéndoles un libro o un powerpoint y haciéndoles un test de respuesta múltiple? Las instituciones educativas se centran en enseñarte respuestas, lo que ya se sabe. El mensaje es: “esto es lo que debes saber, esta es la pregunta que importa y ya está comprobado que esta es la respuesta correcta”. Sabemos que en este simulacro, siempre ganan los que tiene buena memoria o los muy obedientes que además se esfuerzan mucho, aunque la buena educación es la que te ayuda a desarrollar tus propias ideas. G.M. Treveylan lo expresa sabiamente “La educación ha producido muchos individuos capaces de leer pero muy pocos capaces de decidir qué merece la pena leer” La vida sin embargo, no gira sobre lo que ya se sabe sino sobre preguntas que no tienen respuesta, que no sabes cómo se resuelven y que cuando consigues aprenderlas, al poco tiempo cambian de nuevo y tienes que empezar otra vez. En ese mundo, que ya hace tiempo que es nuestro mundo y que es el que seguro espera a nuestros hijos, memorizar respuestas no sirve de mucho. Todo aprendizaje empieza siempre con una pregunta. Por eso la educación tiene que prepararte para un mundo donde tienes que encontrar respuestas que no existen (innovar) a preguntas que nadie se ha hecho. Es hora de que nos demos cuenta de que si nuestros niños no pueden aprender de la forma en que les enseñamos, debiésemos enseñarles de la manera en que verdaderamente aprenden.

 

Todo se puede aprender: “Si quieres algo pero no puedes conseguirlo, entonces aprendes para lograrlo (Woody Allen)”.  Existe también la creencia de que hay cosas que no se pueden aprender sino que vienen insertas en tu ADN, las tienes o no las tienes como por ejemplo lavoluntad, la compasión, la creatividad, la mentalidad, el optimismo o la felicidad. Sin embargo, la realidad es la opuesta, todo ello se puede aprender pero no se puede enseñar que es muy diferente. Eso sí, para aprender ese tipo de intangibles, que son los que verdaderamente marcan la diferencia en nuestras vidas, no nos sirven ni los cursos ni las lecciones magistrales ni tampoco son esenciales los profesores. El recientemente fallecido ex presidente del gobierno español Adolfo Suarez y el ex Fiscal Anticorrupción se titularon como abogados por libre sin asistir nunca a clase y Palmer Luckey que no pisó el colegio hasta los 14 años (y acaba de vender su empresa de gafas de realidad virtual a Facebook) son los ejemplos más recientes.

 

El aprendizaje exige acción, por eso estudiar no tiene mucho que ver con aprender. Asistir a clase es un acto pasivo, vivir una experiencia es algo totalmente diferente. Seguimos diseñando los centros educativos como hoteles en los que servimos a los alumnos “cosas” que ellos no nos han pedido, en lugar de pensarlos como laboratorios donde puedan probar, practicar, tener experiencias, compartirlas y no tener miedo de equivocarse. El ciclo del aprendizaje no se completa si no incluye acción. Saber es interesante (y es verdad que no ocupa lugar pero requiere mucho tiempo y energía) pero no estamos preparando a nuestros jóvenes para ganar concursos de memoria en la televisión. Sin embargo, hacer, aplicar lo que sabes es insuperable. Leer y estudiar son claramente insuficientes sino te ayudan a aprender a hacer cosas que antes no podías hacer y que es lo que te permite progresar en la vida. Solamente puedo verificar que aprendiste algo cuando me lo demuestras y no cuando me lo dices. Por tanto, solo puedes aprender algo cuando lo haces y no cuando lo lees o lo escuchas. La acción está inseparablemente unida a la  evolución del ser humano. Si comprimiésemos la historia de la humanidad en un solo día, con la aparición del hombre ocurriendo a las 12:01 AM, tardaríamos hasta las 11:12 PM en descubrir el fuego y el lenguaje solo aparecería a las 11:59 y 58 segundos… Es decir, estamos programados por naturaleza para la acción, mucho más predispuestos hacia aprender a través de la experiencia directa que de la palabra o el texto. Un lector me compartía meses atrás esta anécdota para ilustrarlo: Mi padre decía: «En la universidad te ponen un video del serrucho, en un taller te van a dar un serrucho y vas a aprender como tomar el serrucho y la posición y acción de serruchar un trozo de madera».

 

 

A nivel organizacional

Las organizaciones no saben aprender aunque pueden hacerlo (y no les queda más remedio). Lo más importante para una empresa no es lo que ya pasó sino lo que está por pasar. Toda empresa existe porque ha sido capaz de aprender, no perder ese conocimiento y transferirlo a sus miembros. Pero su supervivencia depende de lo que sea capaz de seguir aprendiendo y del nuevo conocimiento que vaya generando (innovación). Una empresa no se define ni se juega su futuro por lo que hizo sino por lo que hará y para ello lo fundamental es su capacidad de aprender. Claro que el fenómeno del aprendizaje viene en los genes de las personas pero no en los de las organizaciones.
Las personas cada vez necesitan saber más cosas y más rápido y las empresas no pueden dejar de invertir en incrementar las competencias de sus colaboradores y proveerles el conocimiento que necesitan. Según Henry Ford, “solo hay algo más caro que formar a las personas y que se marchen: no formarlos y que se queden”. La manera en que un profesional aprende su trabajo es haciéndolo, el puesto de trabajo es un mejor lugar para aprender que el aula. Trabajar es aprender y la línea que separa aprendizaje de trabajo se está diluyendo velozmente lo que significa que una organización tiene que estar diseñada como un espacio de aprendizaje permanente y todo profesional debe ser, al unísono, un experto en el arte de aprender lo que no sabe y de enseñar lo que sabe

 

 

Conclusiones:

Aprender es sagrado. El oxígeno y los alimentos te permiten mantenerte vivo pero es el aprendizaje el que te permite proyectar el futuro. En las empresas pasa lo mismo, los clientes, los productos o los ingresos permiten sobrevivir en el presente pero aprender es lo único que asegura que la organización seguirá existiendo dentro de 10 años. Si en el pasado, emplearse en una empresa era garantía de trabajo para siempre jamás, hoy la seguridad en el trabajo ya no existe, todo depende de tu nivel de conocimiento. Y para ello, la capacidad de aprender, de actualizarte constantemente, reinventarte y desarrollar habilidades nuevas como las que demandan las organizaciones es lo único que te garantiza estar a salvo de la amenaza de quedar sin empleo.
Cualquier cosa que haces en la vida la puedes hacer porque tienes conocimiento. Y ese conocimiento lo tienes porque previamente aprendiste. ¿Y cómo lo aprendiste? Seguramente haciéndolo. Aunque parezca una perogrullada, aprendemos lo que no sabemos lo que nos obliga a responder una pregunta simple: ¿sabes lo que no sabes y necesitaras saber? y ¿sabes cómo lo vas a aprender? El aprendizaje ocurre cuando alguien quiere aprender no cuando alguien quiere enseñar. Tu educación es un trabajo que toma toda la vida, más te vale que comiences cuanto antes.

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