Todavía me acuerdo de la cara que pusieron mis amigos cuando les dije que quería trabajar en Recursos Humanos. La pregunta que todos me hacían era ¿Recursos Humanos? “Pero si has estudiado derecho”, ¿Qué haces dedicándote a eso?.
Otra persona me dijo: “Vas a ser como el portero de un equipo de fútbol. Es mejor que seas defensa, o central o delantero. De esos hay más. En la portería apenas hay rotación. Va a ser muy dificil que puedas entrar en ese departamento.”
Con cada uno que hablaba me iba a animando para que abandonara la idea, y me dedicara al mundo del derecho. A puntito estuve de hacerlo, pero no, no me dejé llevar por cantos de sirena y seguí en mi empeño hasta que lo conseguí.
Llevo ya casi 20 años trabajando en ello y con ganas de seguir dando mucha guerra. Cuando te preguntan ¿Y tu a qué te dedicas? y contestas: “yo trabajo en Recursos Humanos”. La siguiente frase que oyes es: “¡Ah!, tu eres la que despides a la gente”. Es entonces cuando respondes: “No, no. Yo trabajo en selección.” Te miran sorprendidos diciendo: “¡Ah!, entonces eres de las que hacen pasar un mal rato a los candidatos en la entrevista, para liego no seleccionarlos”. Aún te quedan fuerzas para decirles: “No. Yo selecciono talento para mi organización y es más trabajo para vender la marca de mi empresa como empleador”. Al final te miran y sueltan: “Ya lo tengo, eres la que vendes humo para atraer candidatos. Eres una encantadora de profesionales”. Al cabo de un rato te quedas pensando: “¿De verdad es así como se resume todo el trabajo que vengo haciendo durante todos estos años? ¿Se puede simplificar de esta manera?”. No me imagino al abogado pensando que es el que pierde o gana los casos, o al médico reduciendo su trabajo a la simple emisión de recetas.
A partir de ese momento decides explicarles a qué te dedicas. No con el ánimo de convencerles, ni tan siquiera de hacerles cambiar de idea, sino con el objetivo de que tengan una nueva visión, que lo miren con otros ojos, que estén preparados para usar sus 5 sentidos. La vista para mirar a las personas con las que trabajas a diario, el oído par aescuchar lo que te cuentan, el tacto para abrazar sus inquietudes, el olfato para inspirarte en nuevas ideas y el gusto para saborear las palabras que nos dedican cuando las cosas salen bien. A partir de ese momento quieres que conozcan Recursos Humanos desde la perspectiva de alguien apasionado por su trabajo.
Empiezas a contar las cosas que haces, a qué te dedicas realmente en tu día a día, porque no hay dos días iguales.
Les cuentas lo gratificante que es que una persona a la que has incorporado, al cabo de un tiempo te dé las gracias por la oportunidad que le has dado. ¡Cómo te emocionan sus palabras!. O cómo conoces mejor a las personas con las que convives a diario gracias a un proyecto de talento, les ayudas al desarrollo de su carrera profesional, ves como van promocionando y te dan las gracias por tus palabras y consejos. Y cuando llamas a un candidato para decirle que es la persona seleccionada y notas al otro lado del teléfono su alegría. Candidato/a que casi acaba siendo tu amigo/a, después de tantas conversaciones para llegar a esa llamada. O cuentas cómo has participado en el rodaje de un videoclip musical con nuestros profesionales, cómo se ha llevado a cabo la producción, cómo hemos animado a la gente a bailar para que se olviden por un momento de su trabajo y ves como resultado un conjunto de sentimientos que se traducen en alegría, risas, compañerismo, y emociones que llegan al corazón. Aunque también tenemos tiempo para las lágrimas cuando una persona decide emprender un nuevo camino, viene a despedirse, te fundes en un abrazo y tienes la certeza de que has incorporado una nueva amistad a tu vida.
No todo es perfecto, ni todos los días son tan redondos. También hay días complicados, en los que te dan ganas de tirar la toalla. Pero qué es la vida o el trabajo, sino retos que hay que ir superando.
Al final te quedas con lo positivo, con las palabras amables, con las sonrisas y todo lo demás no cuenta, se olvida, se pone el contador a cero porque cada día es un nuevo reto. Siempre aprendes algo nuevo. Cuando echas la vista atrás piensas la cantidad de personas que han pasado por tu vida y todo lo que te han aportado.
Trabajar en Recursos Humanos es dedicarte a las personas y poner el corazón en todo lo que haces, es escuchar sus inquietudes, entender sus preocupaciones y acompañarles en el camino. En definitiva se trata de gestionar experiencias que se traducen en emociones. Estos son los pequeños regalos que dan sentido a mi profesión. Sólo los que trabajamos por y para las personas podemos entender lo gratificante e interesante que puede ser nuestro trabajo.
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