Mejor… ¡¡cuídame!!

Llevamos años hablando de retención del talento.

No cesamos de filosofar y reinventarnos para que los mejores profesionales permanezcan en nuestras organizaciones.

Horas y horas de debate, análisis, conferencias y miles de líneas que siempre hablan de lo mismo… Retención del talento.

Si analizamos la palabra retención según establece la Real Academia de la Lengua Española, ésta tiene mayores acepciones negativas que positivas. Retener puede ser impedir, interrumpir o dificultar, suspender, descontar, imponer, reprimir, contener, pero también es conservar.

A mí personalmente me gusta mas cuidar de las personas que retenerlas.

Prefiero que permanezcan en las organizaciones porque se sienten bien cuidados y no porque están en “una cárcel de oro”. Porque no olvidemos que las organizaciones las formamos seres humanos repletos de sentimientos, inquietudes, necesidades y problemas.

Hace relativamente poco tiempo relinkedineé un artículo donde se mencionaba que “las peores empresas contratan a buenos profesionales; las mejores, a buenas personas”. No puedo estar más de acuerdo con este titular.

Ya sé que las organizaciones no adquieren buenos resultados operacionales sin profesionales de nivel y que no se puede subsistir sólo siendo “buena gente”.

Pero por otro lado mi experiencia me ha demostrado que en la gestión de las personas, tan bueno es saber identificar el potencial, la orientación a resultados y objetivos, como el ser compañero, el ser generoso, el compartir y darse a los demás. Valores y formas de hacer que son menos comunes en nuestros días y que, por desgracia, se prodigan poco en los entornos laborales donde la competencia y la subsistencia han sido atroces en los años de crisis que parece que poco a poco dejamos atrás.

En nuestra realidad empresarial convivimos varias generaciones con una diversidad hasta ahora no conocida, o al menos no del todo analizada en profundidad.

Hablamos de generaciones como los Baby Boomers, la Generación X, la Y o Milenials, la Generación Z (nativos digitales)… y todo aquello que se nos ocurra más adelante.

La realidad es que las nuevas generaciones vienen pisando fuerte. Sus niveles de exigencia y preparación las hace fieles a su proyecto personal y ese proyecto personal en contadas ocasiones comulga poco con estructuras empresariales consolidadas.

Estas nuevas generaciones de las que también hemos llenado infinidad de líneas requieren un ambiente de trabajo sano, pero competitivo. Valoran el aprendizaje por encima de la remuneración. Lideran proyectos y son más tolerantes con el cambio, porque el mundo en el que vivimos cambia más deprisa que las teorías que lo sustentan. Estos cambios, entre los que toma gran preponderancia la digitalización, nos exigen una mayor y más rápida adaptación organizativa.

Los nuevos profesionales que se incorporan al mercado de trabajo buscan un compromiso quizás temporal, pero no efímero. Lo fijo, lo permanente encaja algo menos en su esquema de vida.

Hoy en día la seguridad, la estabilidad y un buen salario no convierten a los profesionales en fieles y felices.

La felicidad es sinónimo de buen ambiente de trabajo, y este buen ambiente se consigue con equipos compenetrados que buscan un objetivo común.

Estoy absolutamente convencido de que la generosidad en los entornos laborales hacen fuertes a los equipos. Esa teoría bien liderada es garantía de éxito.

Un líder generoso, un líder participativo, en definitiva, un líder persona, demuestra muchas veces que se puede disfrutar y divertirse en los entornos profesionales.

Es fundamental disfrutar con lo que haces, pero es, si cabe más importante, tener un entorno donde esa diversión se convierta en la eficiencia que todas las organizaciones buscamos.

No creo que haya fórmulas magistrales comunes que ayuden a las organizaciones a mejorar su eficiencia sin tener en cuenta los siguientes factores:

1.- La propia idiosincrasia de la organización. Su estructura organizativa y el histórico que la ha llevado a su status quo.

2.- La adaptación continua a las exigencias de la transformación digital y la flexibilidad de la estructura organizativa.

3.- El proyecto común basado en valores inalterables.

4.- Los medios a disposición de los empleados.

5.- La calidad de sus profesionales.

Para mí este último punto es la clave de todo lo demás.

Cuidemos de nuestros profesionales, rodeémonos de buenas personas, divirtámonos con lo que hacemos y tendremos una organización eficiente.